Tanto si aún eres estudiante como si ya te dedicas a la traducción profesionalmente, puede que presumas de alguna de estas cualidades:
- Eres perfeccionista.
- No duermes si hace falta para entregar una traducción lo mejor posible.
- Preguntas al cliente todo lo necesario para que no se te escape nada.
- Consultas tus dudas terminológicas con expertos del sector.
- Repasas el texto mil veces antes de entregarlo.
- Siempre compruebas que has seguido las instrucciones.
- <Inserta aquí otra cualidad que crees que define a un buen traductor>
Sin embargo, te puedo asegurar una cosa que más vale que sepas bien pronto si es que tienes la suerte de que no te haya ocurrido aún: la vas a cagar. Vas a meter la pata más de una, cinco y veinte veces a lo largo de tu carrera profesional (y en tu vida personal). A veces se te colará una errata en una palabra en una nota al pie que casi nadie verá. Pero otras veces cometerás un error en el asunto de un correo importante que se enviará a miles de usuarios. Probablemente algún cliente no quede contento con tu traducción alguna vez. Y en más de una ocasión se te olvidará adjuntar el archivo de tu traducción antes de irte a dormir con el consecuente retraso debido a las diferencias horarias con tu cliente.
“Es que…”
Cuando eso te pase, y créeme que te va a pasar, tienes dos opciones:
- Echarle la culpa a otro (incluido el “es que se me fue la luz”).
- Reconocer tu error y tratar de solucionarlo lo antes posible.
Por desgracia, creo que mucha gente optará por la primera opción. A veces en realidad esa será la verdad, pero normalmente nosotros seremos los únicos culpables, así que sé humilde y déjate de tanto “es que” y soluciona el problema cuanto antes. En serio, he metido muchas veces la pata y hasta la fecha nadie me ha mandado a tomar por viento cuando se lo he tenido que reconocer (podrían haberlo hecho), y quiero creer que en parte eso se debe a que he intentado ponerle remedio en vez de esperar que nadie se dé cuenta. Sí, me han entrado sudores fríos esperando la respuesta de la otra persona al contarle que algo había salido mal, pero por suerte la conclusión final ha sido que se ha podido subsanar el error a tiempo o que al menos ha servido de lección para el futuro.
Para mejorar hay que equivocarse en el camino. Incluso aunque estés convencido de que lo has hecho bien o de que tú tienes razón, intenta a escuchar a los demás. Así que la próxima vez que te equivoques, admítelo. No será el fin del mundo y encima probablemente se estará a tiempo de corregir el problema. A ti te servirá para aprender y, de algún modo, la otra persona podrá ver que estás tanto para lo bueno como para lo malo y que eres humilde, cualidad que cada vez veo más necesaria en cualquier persona.
Si has llegado hasta aquí… ¿Te ha pasado algo parecido? Seguro que tienes alguna anécdota que contar. Y por si quieres más, recuerda que tengo un curso online para empezar a tener la actitud de un verdadero traductor profesional. 🙂
¡Hola, Pablo!
Bueno, la verdad es que el de enviar el correo sin haber adjuntado el archivo en cuestión es ya todo un clásico. ¿A quién no le ha pasado? Yo, por mucho que me proponga adjuntar primero el archivo y escribir después, siempre la acabo cagando.
También he cometido el error de entregarle un encargo a un destinatario equivocado (tenía a dos que se llamaban igual, y con las prisas me equivoqué al pinchar), y al final obtuve una respuesta en plan WTF?
Y luego, mil cosas: enviar formatos de archivo equivocados, erratas que aparecen de la nada, Gmail volviéndose en mi contra (nah, en verdad es culpa mía), y un largo etcétera (de Trados mejor ni hablamos… xD).
En fin, como dices, lo mejor es ser humilde y sincero y solucionar el problema cuanto antes. Suelen decir que ante la adversidad es cuándo sale a relucir el verdadero profesional. Y con nosotros, ocurre lo mismo.
¡Un abrazo!
¡Hola, Rafa!
¿A quién no le ha ocurrido lo de olvidarse un adjunto? Yo también procuro adjuntarlo antes de escribir el correo, pero aun así siempre hay veces que pasa. Yo siempre que envío un correo compruebo varias veces que estoy enviando el archivo correcto. xD
A todo esto, ahora que lo pienso, también tenemos que rezar para que el cliente luego envíe nuestro archivo, no sería la primera vez que la agencia se equivoque… Aunque no sea culpa nuestra, no mola mucho tampoco. xD
Pero bueno, ¡ahí estaremos nosotros aprendiendo de nuestros errores! 🙂
Pablo
Yo soy mucho de reconocer mis errores y sobre todo de intentar (incluso llegando a la obsesión) no cometer ninguno, pero no lo puedo recomendar. En mi trabajo, sinceramente, los que son promocionados siempre son los que tienen el don de saber echar las culpas a los demás de sus errores, espero que no sea lo más generalizado pero por lo menos aquí es así.
¡Hola!
Sí, por desgracia siempre habrá que gracias a eso se beneficie, pero quiero creer que la gente así al final acaba siendo tan inútil que al final se descubre el pastel… Como siempre, hay casos y casos. 🙂
Pablo
¡Hola!
Buena cura de humildad necesitamos muchos. Sobre todo, los traductores que siempre parece que vamos de perfeccionistas. Algunos de esos perfeccionistas escriben siempre ti con tilde = tí 😀
Es bueno intentar rozar la perfección. Aunque sea de lejos. De hecho, es el abecé de cualquier empresa = intentar alcanzar la excelencia en calidad.
Pero ¿y no te olvidas en todo un mes de poner el “un saludo, Devadip” o simplemente de adjuntar el archivo? Muy clásico. Esto me pasaba, sobre todo, cuando era PM. Miles de archivos para adjuntar al día… ¡tiene que pasar!
Como muy bien dices, admitir el error, buscar la causa e intentar mejorar. Creo que esas 3 son las claves de acercarte a la perfección – nunca la vas a lograr.
Por supuesto, también ocurre el caso contrario. Te echan encima un error que realmente no has cometido. Esto me ha pasado alguna vez en palabras o frases de traducciones. Otro gran clásico. Una empresa tildó de “error de bulto” una de mis decisiones traductológicas. Tras dar la explicación (aquella vez sí tenía razón), nadie me dijo “ah, vale, tenías razón”. Ante estos casos, el otro suele ni responder. Eso sí, siguieron enviándome traducciones… 😀
Muy buena entrada. Nos vemos en la siguiente.
Un saludo,
Devadip -> @TraductorJur
¡Hola, Devadip!
La verdad es que los PM tienen que tener alguna buena estrategia para que no se les olvide el archivo o luego copien un idioma donde no corresponde (en el caso de Excel) xD
Pienso que el equilibrio está en evitar al máximo los errores, reconocerlos y solucionarlos cuando ocurren y, por supuesto, saber perdonar los errores de los demás. No todos los días podemos ser perfectos, así que al igual que agradecemos que no nos caiga un paquete por haber metido la pata con algo no tan importante, nosotros también debemos hacer lo mismo cuando es otra persona quien se equivoca. Como todo, las formas van a decir mucho, y por eso, si pasas la pelota, tienes que tener la total certeza de que es así. Una vez me escribieron con varias personas en copia sobre un marrón que supuestamente era culpa mía (cosa que no fue así) y la verdad es que perdí un poco los papeles del cabreo. Escribí luego un correo muy neutral y el asunto se resolvió, pero vaya, no recordaba haberme puesto así en mucho tiempo. En esos casos, lo mejor es darse una vuelta y contestar cuando se te ha pasado la pataleta. 😛
Un saludo,
Pablo
Recuerdo el año pasado, cuando aún trabajaba en la recepción de un hotel, que venía de hacer un turno de noche con una carga de trabajo considerable (de 0h. a 8h.) teniendo que entregar una traducción para esa mañana antes de las 11. Lo hice, lo revisé, lo revisé, con los ojos como un tiovivo y me acosté. Al despertarme, e-mail devastador del cliente: baile de letras, celdas de excel sin terminar… ¡No puede ser! Ya conoces el resultado final: dejé los hoteles para emprender un camino por derecho en el mundo de la traducción a full time. Sí, en busca de la felicidad por el camino de baldosas amarillas. Y encontrando gente buena como tú por el camino. ¡Aprovecho para decir que me gusta más tu video que “Rompe Ralph”! Ah, también he recibido disculpas de clientes después de reprocharme fallos que en realidad no lo eran. Vida de idas y venidas. The circle of life. Todos somos humanos. Todos acertamos. Y efectivamente, todos (la) cagamos.
¡Hola, Álvaro!
Me alegro de verte por aquí, ¡cuánto tiempo! 😀
Vaya, ¡eso sí que es una lección de las buenas! Es curioso como momentos críticos como ese nos hacen replantearnos la vida (aunque tuvieras el runrún, claro). Me alegro de que al final tomaras esa decisión y que al final todo te fuera bien. 🙂
Muchas gracias por la mención al vídeo, aunque madre mía, ¡creo que te has pasado con la comparación! Con lo chula que está Rompe Ralph. 😀
Todos erramos, pero no todos actúan igual ante los errores. 🙂
Un saludo,
Pablo
Lo de los errores es realmente inevitable… Durante años trabajé en una editorial de libros de texto. El momento “estelar” era cuando llegaban las primeras muestras de la imprenta, con el libro aún calentito. Te lo sabías casi de memoria de tanto revisar y repasar… y entonces se acercaba alguien habitualmente de un rango superior al tuyo, abría el libro al azar y, por supuesto, daba con un error. Tierra trágame :/
Como suele pasar, siempre hay un dicho para cada situación. Errar es humano… y rectificar de sabios.
Un saludo,
Susanna
Jejeje, Susanna, has dado en el clavo. Donde yo trabajaba hasta hace pocos meses, mi jefa era experta en eso. Apenas sabía castellano pero, cuando llegaba con una publicación recién sacada del horno, abría una página al azar y de repente preguntaba: “¿Y esta coma debería ir aquí?”. No, no debería. Nos pasaba casi siempre. Una vez incluso salió corriendo a parar las máquinas porque el error era mayúsculo. Miles de francos a la basura…
Je, je, bueno, supongo que dentro de lo malo al menos mereció la pena. 😀
¡Hola, Susanna!
Ostras, ¡eso es ya mala suerte! 😛 Aunque menudo fastidio. :S Desde luego, no hay nada como que otra persona te revise también, aunque por desgracia eso no suele ser posible por costes y plazos… Pero bueno, supongo que para eso están las galeradas si no me equivoco. 🙂
Un saludo,
Pablo
Lo que yo cuento nos pasaba con galeradas incluidas. 🙂
Enviar el archivo original en lugar de la traducción también es un clásico. O enviar un archivo que no era el definitivo, sino uno intermedio al que después le has hecho cambios pero lo has guardado con otro nombre. En fin, pueden pasar mil cosas. Yo siempre me disculpo e intento arreglarlo lo antes posible, y de momento no me he encontrado nunca con nadie que se haya molestado. Con gente que no da las gracias, desde luego que sí. Pero bueno, hay que aprender que no todo el mundo te va a estar dando las gracias por cada traducción 🙂
Un saludo,
Helena
Hola, Helena:
Yo la verdad es que admiro a algunos PM, porque con la cantidad de gente con la que trabajan, siempre te dan las gracias cuando confirmas un trabajo y cuando lo entregas. Aunque se nota que en algunos casos han sido traductores también y claro, tienen eso en cuenta. 😉
¡Toquemos madera para que siga así!
Pablo
Hola, Pablo:
Sí, claro que sí. En algún momento algo se nos escapa. Somos humanos y todos cometemos errores. Otro fantasma con el que lidiamos los traductores es ese que nos obliga a querer hacer todo perfecto. Y lo malo es que muchas veces nos paraliza, nos sumerge en el miedo. Lógicamente, siempre tenemos que aspirar a hacer el trabajo lo mejor posible, pero también tenemos que estar preparados para que, en algún momento, se nos escape la liebre y sepamos cómo hacer para volver a recuperarla. ¡Excelente entrada!
Hola, Aldana:
Yo hace mucho ya que olvidé eso del perfeccionismo. Es decir, siempre intento hacerlo todo lo mejor que puedo, pero de ahí a no dormir… De hecho, creo que así soy más productivo y me centro en lo verdaderamente importante. Y por eso, más que perfeccionistas, debemos ser humildes y estar preparados para cualquier error que cometamos. 🙂
Un saludo,
Pablo
Este post sirve para casi cualquier actividad profesional, cambiando solo unas cuantas palabras está clavado para un desarrollador web 😉
¡Hola, Javi!
Je, je, por eso ni siquiera está puesto lo de traducción en el título… ¡Válido para todo el mundo! 🙂
Genial entrada 🙂 Yo una vez cambié el nombre de un archivo y como era viernes envié la traducción y me fui por ahí a “tomar algo”, os podéis imaginar las consecuencias… Alguna que otra vez me he saltado alguna palabra o frase pero lo remedié en cuanto me di cuenta; también me he dado cuenta de algún pequeño error justo después de enviar el trabajo con el consiguiente email de “disculpa, esta es la versión definitiva”. Estoy de acuerdo en que lo peor que puedes hacer es poner excusas… Hay que solucionarlo y tragar saliva, aunque a veces ni sepamos cómo.
Patri
Evidentemente, es imposible no cagarla de vez en cuando… Pero mi (corta) carrera de traductora me ha demostrado que hablando se entiende la gente, y normalmente el cliente sabe apreciar un buen trabajo por encima de este tipo de errores que, queramos o no, todos cometemos. Particularmente, tengo mucha mucha suerte de contar con unos clientes maravillosos con los que tengo una buena relación y una comunicación fluida.
En muchos casos da lo mismo si el error es culpa tuya o es que los hados se te han puesto en contra: mi lema es que no únicamente soy traductora, sino también “solucionadora” de problemas.
¡Gran entrada, y enhorabuena por el blog!
¡Hola, Lara!
¡Ese es el espíritu! Está claro que hay que tratar de obviar este tipo de errores que todos tenemos para concentrarnos en lo importante de verdad. Qué suerte que trabajes que piensa igual que tú en ese sentido. 🙂
Yo también intento ser un “solucionador de problema”. De hecho, ya hablé sobre ello hace un tiempo. 😉 https://algomasquetraducir.com/2012/01/19/no-seas-solo-traductor-se-un-solucionador-de-problemas/
Un saludo,
Pablo
¡Hala! Jajaja pues no había leído tu otra entrada (que por cierto, también está genial), ¡lo juro!. Esto lo dice mucho un cliente y amigo que tengo que es empresario: a la gente hay que darle las cosas machacaditas.
No obstante, a pesar del plagio inconsciente de lemas vitales (ups), me alegro mucho que haya más gente que piense como yo. La traducción es una de las profesiones más bonitas (bajo mi punto de vista), y el trato con el cliente puede ser algo muy gratificante en muchas ocasiones. El otro día, en una interpretación que tuve, mi cliente le hizo algunas críticas al producto del empresario con el que se entrevistaba: él reaccionó agradeciéndole sinceramente la crítica constructiva, y prometiéndole que la tendrían en cuenta. Es algo completamente normal en el mundo empresarial.
Nada más, un saludo y de nuevo enhorabuena por el blog.
Lara
Je, je, ¡me alegro de que te haya gustado también, Lara! 😀
Si es que es eso, que a veces tenemos miedo de que la gente piense mal de nosotros y en el fondo, como se decía por ahí arriba, hablando se entiende la gente. Pocas veces veo que un proyecto sea tan simple como te pido esto, lo haces y listo, especialmente si hay mucha gente implicada. Por eso la comunicación ha de ser ágil, hay que prever tiempo para los errores y hay que reaccionar rápido proponiendo soluciones. 🙂
¡Sigamos así!
Pablo
¡Cuidadín! Los errores sólo hay que reconocerlos ante un cliente que no vaya a aprovechar tu desliz para chuparte la sangre. Que de estos, haberlos haylos.
Hola, Marta:
Por supuesto, hay de todo, aunque al menos yo creo que esos son los menos. 🙂
Un saludo,
Pablo
ME HA ENCANTADO. Así, en mayúsculas jaja
En este último mes he recibido tantos palos (supongo que los comienzos son así de duros) que ya jamás volveré a dar nada por hecho, lo revisaré todo mil veces y, si me equivoco, pues a apechugar.
Je, je, ¡muchas gracias, Elena!
El aprendizaje siempre es continuo incluso aunque tengas mucha experiencia, así que imagínate si estás empezando. Lo importante es saber dónde está uno y aceptar que aún queda mucho por hacer. Poco a poco. 🙂
Pablo
Muy bueno, si señor.
Adjuntar el archivo, ese gran enemigo. Debería buscar la dirección del bueno de GMail que decidió poner el mensaje de aviso cuando escribes adjunto en el mensaje y se te ha olvidado adjuntarlo. Tendría que darle las gracias muchas veces 😉
Dios, ¿verdad que sí? Y a mí aun así se me olvida varias veces. xD
Rapidito que estoy haciendo las maletas para el ENETI 😛
Sí, la verdad es que tienes toda la razón, me ha pasado como a todos. Y es que cuando tienes un texto y llega la hora de revisar no es raro que a veces se escapen pequeñas erratas. ¿A quién no le ha pasado alguna vez que le han dicho que había un error en una frase y ha tenido que releerla 4 veces para encontrarlo? Tenemos tendencia natural a pasar los errores poco graves por alto para así comprender el texto a pesar de los posibles fallos.
Por eso, ante todo hay que ser humildes y aceptar que nos equivocamos. Los clientes suelen agradecer esa sinceridad.
De todas formas, ¿yo para qué comento? Si todo esto ya lo has dicho tú… 😛
¡Nos vemos pronto!
Un saludo.
Pedro
¡Cuidado, Pedro, repasa bien antes de que se te olvide nada! 😀
Mientras todo se quede en un par de erratas no hay problema. Incluso no es la primera vez que como revisor introduzco alguna. Pero bueno, en esos casos pienso que lo importante es que el texto ha mejorado mucho y que no hay problema así. 🙂
Y oye, ¡un comentario tuyo siempre es bienvenido! 🙂
¡Nos vemos el jueves! 😉
Pablo
¡Hola Pablo! Excelente entrada 🙂 Si no la había hecho ya alguien, alguien tenía que hacerla ya, así que: ¡¡GRACIAS!!
Evidentemente fallos cometemos todos porque todos somos humanos y errar es de humanos… Las erratas quizás sean lo que más odio, y siempre releo al menos una vez la traducción o revisión para cerciorarme de que no las hay. Y oye, siempre veo alguna, o sea que el método funciona. Además, el corrector a veces no sirve para todo, y siempre hay algo que se escapa. Pero aun así, parece que a veces es inevitable tener problemas de este tipo con el producto final.
Sin embargo, hay casos y casos. Recuerdo una vez en la que trabajaba en una empresa de traducción y localización y llevaba varios proyectos. Casi siempre iba con muchas prisas y no tenía tiempo de ponerme a mirar lo que habían hecho el traductor y revisor. Pues bien, una vez me pasaron 200 palabras (más o menos esa cantidad) revisadas con 4 erratas y bien visibles y gordas. Y menos mal que me dio por echarle un vistazo al archivo. Mi sorpresa y enfado fueron mayúsculos y no dude en plantearle mi queja al revisor que, para empeorar más las cosas, era un revisor interno e intentó escurrir el bulto (es decir, yo no he sido, estaba muy ocupada, etc.) En fin, también he de reconocer que el ambiente de trabajo no era el ideal y había tensiones no resueltas entre miembros del equipo, en concreto, yo y esta revisora, aunque también tuve tensiones con otros miembros del equipo.
En fin, lo que quiero decir es: que a veces el ambiente de trabajo influye, no hay buena comunicación entre los miembros del equipo, etc. Es algo que no le deseo a nadie, la verdad. Uno debería trabajar con ilusión y que esa ilusión la compartieran todos los miembros de un equipo. Implicación suficiente y profesionalidad, es lo que a veces hace falta. Y no me extiendo más, que luego cuesta leerme 😉
¡Hola, Sergio!
Eso que comentas del entorno de trabajo y los compañeros es harto importante. Está claro que si no te llevas bien con la gente, las cosas no salen tan bien y encima la gente aprovecha cualquier tontería para ir a cuchillo. Supongo que lo bueno de trabajar por Internet es eso, que aunque sea algo más frío (no tiene por qué serlo, pero ya me entiendes), es bastante más fácil que te lleves bien con la gente. ¡Que luego en persona las personas son muy raras! 😛
Así que nada, ¡a rodearse de gente con buena energía! 🙂
Pablo
¡Hola, Pablo!
Gracias por el apoyo 🙂 :)… Cuando me fui de la empresa donde tuve aquel marronaco, una persona de importancia en la empresa con la que me llevé siempre muy bien me recomendó que me hiciera traductor freelance. Esta persona siempre supo ver mis habilidades como traductor y también vio de cerca los marronacos que a veces se formaban en el grupo de trabajo por falta de comunicación o por la razón que fuera. Seguí su consejo y ahora soy la mar de feliz trabajando como freelance, estoy muy liberado del stress de la oficina, etc. Por correo electrónico o teléfono es todo un poco más frío, pero yo lo prefiero así. No descarto volver algún día a trabajar en una agencia como traductor interno, pero por el momento no lo contemplo. El tiempo dirá 🙂
Por cierto, te estás haciendo un nombre (muy bien merecido) dentro de la traducción de los videojuegos: la nueva página, el fantástico blog que escribes, etc. Me alegro un montón por ti. No he jugado todavía a ningún título que hayas traducido, pero la verdad me están entrando muchas ganas de ver alguno.
Hola, Pablo 🙂
Este tipo de entradas tranquilizan y mucho. Tú ya sabes que mi actividad profesional no es exactamente la traducción escrita, pero que de vez en cuando acepto encargos. Bien, una vez me pidieron que, en cosa de cinco minutos, tradujese las frases que venían en un poster publicitario. Era súper fácil, lo hice, lo revisé y lo envíe.
Una semana después, en el descanso de una interpretación, vi que tenía cinco llamadas. Era esa empresa, que habían puesto los carteles traducidos en el metro y que una palabra estaba traducida en singular en vez de en plural. Me pedían que confirmase mi error y lo hice al momento. Al llegar a casa y analizar todo bien les escribí para pedirles disculpas. Me sentí fatal durante todo el fin de semana. No sólo por cometer un error, si no porque el error fuese tan “tonto”. Más tarde, te acabas dando cuenta de que son cosas que le pasan a cualquiera, pero la empresa tuvo que mandar a imprenta el cartel otra vez, con la pérdida de dinero que eso supone.
He tenido mas cagadas, sí, pero como esa… ¡ninguna!
Gracias por abrir este debate para darnos cuenta de que todos la cagamos 😉
¡Hola, Eli! Me alegro de verte por aquí. 🙂
Madre mía, qué movida lo del cartel en el metro. :S Si ya de por sí eres consciente de las consecuencias de nuestro trabajo al trabajar de intérprete, con eso te quedó demostrado que la traducción (escrita) sufre de los mismos inconvenientes (y virtudes ;)). En esos casos hay que apechugar, y aunque lamento el mal rato, al menos supongo que con el tiempo viste que tampoco era el fin del mundo… Seguro que ya no te vuelve a pasar. 😉
¡Gracias por contar tu anécdota y que te siga yendo todo genial! 🙂
Pablo
Eso es, Merche, poco a poco. Siempre tendremos cosas nuevas que aprender… ¡Pero el primer paso es reconocerlo! 🙂
A mí la última me pasó hace relativamente poco con una jurada que tenía que enviar por correo certificado. Eran dos documentos: un expediente académico y un certificado. El expediente académico era el típico que son todo tablas y que, a no ser que te tires horas maquetando, nunca te va a quedar igual que el original. Coincidió que se me agotó la tinta de la impresora y tuve que ir corriendo a comprarla porque cerraba Correos. Después tuve que imprimir un par de veces porque no salían bien los márgenes, y luego tocaba sellar y firmar.
Resulta que había estado más pendiente de que se imprimiera bien el expediente que de otra cosa, y menuda cara que se me quedó cuando me escribe la clienta y me dice que dónde está el certificado, que para algo me ha pagado bien y ese tipo de cosas. Yo quería meterme en un agujero :S. Le dije que se lo imprimía al momento y que se lo mandaba por correo certificado urgente, pagando yo, por supuesto. Menos mal que era comprensiva y que todavía había plazo, que, si no…
Sobre los adjuntos en los correos electrónicos, recomiendo utilizar Thunderbird como gestor de cuentas de correo electrónico. Tiene un filtro de palabras (que podemos cambiar a nuestro antojo) y si, al pulsar el botón Enviar, detecta alguna de ellas (como “CV”, “adjunto”, “documento”, “archivo”, etc.), nos avisa para que añadamos el adjunto o ignoremos el aviso. Me ha salvado de más de un despiste y no lo cambio por nada. 🙂
¡Hola, José! Vaya, ya veo que eso no es #humormanteca precisamente. :S Menos mal que al final la clienta fue comprensiva al final, pero bueno, eso creo que nos puede pasar a todo el mundo. Ya seguro que no se te vuelve a olvidar. 🙂
Y es que ya se sabe: tan importante es que nos perdonen nuestros errores como que nosotros perdonemos a quienes se equivocan con nosotros. 🙂
Lo que comentas del Thunderbird también lo hace Gmail por suerte. 😉
Un saludo y gracias por contar tu experiencia,
Pablo
¡Magnífica entrada! Solo queda por comentar ese “Duermes si no…”. Alguien tenía que decirlo 😉
Ostras, ¡tienes razón! Acabo de corregirlo, ¡muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado la entrada. 🙂
Pablo
Amigo Pablo:
En la llaga vuestro dedo con gran tino puesto habéis (de mis tiempos de “Don Mendo”…). No solo es muy habitual cagarla, sino que es una parte del proceso de aprendizaje. Cuando empezamos, todos hemos padecido diarrea de este tipo, y quien lo niegue miente como un bellaco. Es más, la experiencia y los conocimientos que se adquieren con el tiempo se traducen en tu capacidad para cortar esa diarrea lo más posible.
El viejo refrán de “la letra con sangre entra” aquí es puro axioma. Además, que la metedura de pata tiene muchas facetas: uno de los más típicos es el de enviar un mensaje a un destinatario indebido. Normalmente la posibilidad de hacerlo corre en proporción directa a la gravedad del mensaje o lo que se dice…
En una ocasión un cliente potencial nos pidió un presupuesto. Se lo enviamos a un precio normal: ni alto ni bajo porque era un texto facilón. Al cabo de los dos días nos dice que no lo va a hacer porque tiene una oferta muchísimo más barata… Vaya, lo habitual…
En eso le contesto al mensaje que me envía nuestra directora de Producción sin darme cuenta de que copio también al cliente potencial… En el mensaje digo que él mismo, que es lo habitual, que ya veremos con lo que se encuentra y que “ánimo”…
Por supuesto, el cliente me contestó para decirme que si nos creíamos los únicos y similares, y se despedía con un “eso, eso, ánimo, mucho ánimo…”. Tuvo su gracia: yo le contesté para decirle que era un mensaje erróneo, que no éramos los únicos ciertamente, pero que a lo mejor era bueno para los dos no hacer nada porque nuestros requisitos parecían ser dispares…
¡Hola, Juanjo!
Me alegro de verte por aquí. 🙂 Muy buena la idea de que la experiencia quizás lo que nos da es esa seguridad de intentar solucionar el error lo antes posible en vez de callarnos, porque supongo que al principio irremediablemente pensamos en que somos “tontos” por haber metido la pata y lo último que queremos es que alguien se entere de ello. Sin embargo, el tiempo nos hace ver que alguien se va a dar cuenta tarde o temprano, así que mejor será que le pongamos solución al asunto cuanto antes.
Menuda anécdota la del presupuesto. Desde luego, una situación incómoda. :S Pero bueno, son gajes del oficio y dentro de lo malo, al menos era un presupuesto perdido… Seguro que ahora compruebas tres veces a quién le mandas un presupuesto. 🙂
Un saludo,
Pablo
Mil veces miro los destinatarios, pero seguro que alguna vez más se colará… 🙂
Se me olvidó añadir que lo que dices de la humildad es muy cierto. La reacción normal suele ser ponerse a la defensiva con el cliente y negar la mayor si es preciso para defender lo muchas veces indefendible. Por desgracia, esto es la norma, no la excepcin.
Y no olvidemos que el cliente suele valorar sobremanera el reconocimiento de nuestra capacidad humana para equivocarnos…
Yo vengo apreciando una falta de humildad en la profesión que va a más, lo que es muy preocupante.
Has dado en el clavo, Juanjo. Leí hace un tiempo que normalmente se prefiere trabajar con alguien algo patoso pero buena gente que a alguien perfecto con ganas de tocar los pantalones. Y es que a veces las formas y demás es más importante que entregar algo perfecto. Quizás es porque los que llevamos un tiempo en esto sabemos que la perfección no existe. 🙂
Pablo
Hola Pablo, saludos para todos, queremos felicitarte por este Blog, y a tus seguidores, que transpiran calidad y compañerismo, cosa poco usual. Tienes un Blog muy bien estructurado y presentado, nos gusta y lo movemos en lo que podamos en la red.
Somos una pareja, españoles en Dallas, Texas, trabajamos en Marketing, Internet, Spanish, Translations, las iniciales que componen nuestro nombre MIST
Mi especialidad es en Marketing Online, y la de mi compañera y socia en Intérprete traductora en español inglés. Llevamos muy poquito tiempo pero ya tenemos clientes, ella ha sido contratada por una de los bufetes más grandes de Tx, y la verdad es que aqui se valora mucho este trabajo, Claro tienes que estar super preparado, certificado y validado en EEUU, y con mucho conocimiento en la materia en este caso leyes.
En estos estados del Sur es obligatoria la presencia de intérpretes en los casos en los que una de las partes sea extranjero, imaginaros cómo son aqui los casos de Inmigración…
Lo primero que hicimos fué posicionar Intérpretes español ingles en Dallas, con una estrategia muy especial logramos estar en muchos lugares de la primera página de Google, con nuestra web http://www.mistmark.com y con artículos en otros Blogs, con lo que ya hemos desbancado a la competencia.
Todo lo que queráis saber de este lado del charco, aqui estamos, compartimos la idea de que si ayudas , te ayudan.
Muchas gracias por leernos, y si queréis contactar por la web http://www.mistmark.com o en Facebook si buscas mist mark en google llegas, y en facebook enseguida. Podemos hacernos amigos, intercambiar Likes, y por qué no, ayudarnos mutuamente en posicionamiento.
Un abrazo para todos desde USA
Mist
¡Hola! A pesar de seguir el blog de Pablo hace poco, no me había animado a comentar, pero este tema es muy interesante. Me ha gustado la forma en que todos ustedes aprecian el hecho de reconocer cuando están mal.
No soy traductor, sino que trabajo como maestro, y recuerdo en una ocasión cuando un alumno me preguntó el significado de una palabra, y yo, sin saber bien cual era el significado correcto, le dije “significa X cosa” (era un examen con temática arquitectónica. Cuando pude revisé en un diccionario y vi que me había equivocado. Sí me dio algo de vergüenza tener, pero mejor fui y le comenté que me había equivocado y le dije el significado correcto. Me agradó su respuesta, pues sólo fue “gracias, teacher”, con una sonrisa.
Como bien dice la ley de Murphy: “Errar es humano; culpar de eso a otro es aún más humano”; preferible ser un poco “humano” a serlo demasiado. Y esa parte del “Es que…”, caray, es muy cierta.
Felicitaciones por la entrada, Pablo, me ha gustado mucho.
Saludos desde México,
Alan
Muy interesante lo que dices, Alan. Creo que es bueno que un profesor muestre también sus momentos de “debilidad” a sus alumnos, porque los humaniza.
Yo, el primer día de clase, les digo a mis alumnos que no estoy ahí para imponer mis conocimientos sobre los suyos, y menos en la revisión de las traducciones con la subjetividad que puede imperar en algunos casos. Es más, muchas veces los alumnos me salen con posibilidades que ni había pensado y así se lo digo y, de paso, me enriquezco yo también.
Asimismo, les digo que pregunten mucho y que, si un día no sé la respuesta, se lo voy a decir claramente. Lo investigaré y volveré con una respuesta, pero que no esperen de mí justificaciones artificiales “ex cathedra” o explicaciones del tipo “porque yo lo valgo”… Así ven que eres humano y te pones a su nivel.
Genera toneladas de confianza en los alumnos y, sobre todo, mayor respeto. Es lo mismo que con los clientes pero desde otro prisma. Por desgracia muchas veces no ocurre así, en el plano profesional y en el académico, y se tiende a hablar de todo, aunque no se domine, sin ningún ápice de humildad o reconocimiento a terceros.
Gracias por tu comentario, Juan José.
Con respecto a la confianza, te doy toda la razón. Yo trabajo con niños de 4to Primaria (entre 9 y 10 años) y para ellos su maestro es súper wow, y como niños que son, muchas veces creen que sé todo. Me gusta decirles “Mmm… eso no lo sé, pero busquémoslo”, y en ese momento indagar el término que ellos buscan. Es así que puedo aprovechar para mostrarle que uno está en continuo aprendizaje, y que debemos buscar siempre conocer un poco más, pues nunca dejamos de aprender. Y en vez de que digan “¡bah! Mi teacher no sabe nada”, vienen todavía con más preguntas.
Me alegra escuchar la palabra “humildad”; creo que es una palabra que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo (al menos, en la zona donde vivo), y con esto de querer ser mejores, nos olvidamos de una cualidad que bien podría ser un punto fuerte en nosotros. Me quedo con las palabras de un apreciado maestro mío: “Humildad, siendo lo que debemos ser”.
“Porque yo lo valgo”… me has sacado una sonrisa con ello. 🙂
Un caluroso saludo,
Alan
P.D.: Se nota que me dormí a las 3 de la mañana; en mi anterior comentario me comí algunas palabras. ¿Hay forma de editar? 😛
¡Hola de nuevo, Alan!
Pues en teoría tienes 30 minutos para editar un comentario (debería aparecerte la opción), luego ya no se puede… Si quieres que cambie algo, no tienes más que decírmelo. Pero vamos, tranquilo, no estamos aquí para criticar, yo no me he fijado en nada. 😛
Un saludo,
Pablo
Juanjo, eso que mencionas de enriquecerse uno mismo con las soluciones de los demás es muy cierto. En los cursos que he dado de localización de videojuegos siempre he tenido a alumnos que me sorprendían con su creatividad: ¡si lo hacían mejor que yo a veces! Y por eso hay que reconocerles el mérito. 🙂
¡Hola, Alan!
Sí, eso que comentas creo que es bastante típico, creo que todos hemos tenido profesores que se han inventado la respuesta y otros que han dicho humildemente que no lo sabían y que lo mirarían después (y, efectivamente, al día siguiente te lo responden). Y es que está claro que no podemos saberlo todo: al fin y al cabo, los profesores son gente con más experiencia y conocimientos, pero el mundo cambia demasiado rápido… 🙂
Un saludo,
Pablo
Mis grandes cagadas fueron en mis primeros meses de traductor (no verificar etiquetas, creer que el corrector se había pasado correctamente, no cumplir 100 % con la terminología)… y en todos mis años de gestor (cargarme la codificación en la conversión de una memoria, no sumar alguna celda en un presupuesto, que te falte texto en una entrega por no haber hecho una pseudotraducción, que no se te conviertan los archivos de vuelta, creer que un traductor ha confirmado el trabajo Y cuando estaba confirmando el X, que ya había confirmado por teléfono). Un traductor puede cagarla, sí, pero un gestor la caga a lo grande, en varios idiomas, en proyectos que valen un pastizal y sus compañeros pueden acabar pagando los platos rotos. Nada como un cliente japonés para echarte una bronca de padre y muy señor mío por teléfono nada más llegar a la oficina.
Por eso siempre digo que mejor empezar en plantilla: normalmente lo máximo que pueden hacerte es despedirte. Afortunadamente, en el tiempo que llevo de autónomo solo he tenido fallitos (que yo sepa), nada grave, pero conforme me diversifique y aumente mi facturación lo más probable es que la cague más.
¡Hola, Jordi!
Gracias por contar tu experiencia. Desde luego, por cosas como esas siempre he preferido quedarme en el puesto de traductor, porque prefiero pasar marrones antes que crearlos yo, y dentro de eso, si los marrones que creo son “menores”, tanto mejor. 😀 Siempre he pensado que el puesto de gestor es realmente fastidiado por todo ese tipo de detallitos. Además, que todo se multiplica: como tengas 60 idiomas y la líes, no veas tú luego…
Yo también siempre digo que nada como empezar en plantilla, sobre todo para ver cómo son luego las cosas cuando estés de autónomo. Es decir, que a veces es quejarse del cliente, pero si has trabajado dentro de varias empresas, pues hay ciertas cosas que se comprenden mejor… No todo es tan fácil como parece.
Pablo
(El comentario es de Juanjo Arevalillo, que por alguna razón no podía publicar…)
Aunque vaya en contra de mis intereses empresariales, siempre recomiendo a mis alumnos y gente que empieza que empiecen trabajando en una empresa, en donde aprenderán de verdad de qué va esto —lo bueno y lo malo— antes de dar el salto a la autonomía. Es mejor tener una red empresarial que te libre de los mamporros directos y aprendas de verdad, y encima te paguen por ello…
Yo cifro ese tiempo de adquisición de los conocimientos y experiencia suficientes para dar el salto y enfrentarte sin miedo a cualquier problema que pudiera surgir y tener los recursos suficientes para superarlo en unos dos años de aprendizaje formal, siempre y cuando se tenga la supervisión adecuada, claro está.
Las reflexiones expuestas son perfectamente válidas para cualquier ámbito de la vida, sea personal o profesional; así es que me permito compartir la entrada en Facebook.
Como anécdota hoy graciosa, el año pasado un día estaba hablando con un amigo por Skype y, en un momento, la conversación derivó a mi apetencia de la hermana de otro amigo nuestro. Como había gente cerca pensé en escribir lo que quería contarle respecto a una posibilidad que se me había presentado para «ganar puntos» en vez de comentarlo por el micrófono, pero lo que no recordaba era que algunos minutos antes este otro amigo me había escrito en el chat del Skype para decirme que en un rato llamaría y que, tras contestarle también por escrito, no había vuelto a la ventana del primero por estar hablándole en voz alta. La cuestión es que cuando a mi primer amigo le digo «leelo que ahí te lo mandé» pasaron unos segundos y me dice «¿y? No me llegó nada«. ¡La forma en que se me transformó la cara cuando comprobé que había mandado el mensaje al amigo a cuya hermana le tenía ganas no me la olvido más! Menos mal que el final con «quién sabe…░ me salvó de explicitar (desde luego que no de insinuar claramente) mis intenciones del Ello, y que además la arreglé agregando algo a modo de chiste antes de obtener respuesta alguna.
Y bueno, ya ves que efectivamente lo dicho en esta entrada puede remitir a aacetas de la vida muy variadas, con lo que de nuevo te mando un saludo y agradezco por las maneras en que nos haces reflexionar.
¡Hola, Fernando!
Ja, ja, ja, ¡¡menuda situación!! Lo peor es que seguro que le ha pasado a todo el mundo. De hecho, hace poco le pasó a un amigo mío y menuda risa. Está claro que el subconsciente nos traiciona cuando nos ponemos algo nerviosos con un tema delicado. 😛
Por supuesto, esto se puede extrapolar a cualquier situación personal como bien dices. ¡Cuántas excusas habré escuchado en mi vida con tal de no darme la razón!
Un saludo,
Pablo
me gusto el texto, ya que nadie es perfecto y uno como persona tiene derecho a equivocarse, aunque uno no se tiene que agarrar de eso para dejar ir errores leves, los grandes traductores checan su texto mil y una veces en busca de errores que tal vez no llegaron a ver las veces anteriores. en este texto dice eso,si eres una persona discplinada y que te gusta indagar y buscar toda la informacion para que un texto salga bien…entonces eres un buen traductor