Últimamente noto que se hace mucho hincapié en que lo más importante de una traducción es que sea fluida, natural y libre de errores de ortografía o gramática.
Que lo más importante al traducir es la lengua de destino.
No obstante, aunque sea un poco de perogrullo, no debemos olvidar nunca que es indispensable que el sentido o el efecto original sean preservados para que una traducción sea relevante para el usuario final.
En otras palabras, de nada sirve que la traducción sea natural si el contenido es erróneo porque no se ha comprendido bien el mensaje original.
¿Quieres saber más sobre esta reflexión? Te lo cuento en el vídeo de hoy. ¡Ya me dirás qué te parece! 🙂
Qué interesante. En nuestro locale (Latinoamérica), el problema es más bien el contrario. No hay tantos errores de sentido (de comprensión, al menos), pero sí muchísimos problemas de redacción y contaminación lingüística en general. Yo lo atribuyo a que, al menos en Argentina, tenemos mucho contacto con el inglés (todo es subtitulado desde hace treinta años), y la formación en lengua española es muy pobre en la escuela primaria y secundaria. Entiendo que en España el contacto con el inglés fue limitado durante mucho tiempo (y el doblaje les sigue pareciendo aceptable, aunque ahora vean más contenidos en idioma original), y que la formación en lengua española es mucho más rica que acá (por lo que he podido hablar con personas que no habían tenido formación de grado específica en el tema). Ninguna de las dos situaciones es ideal, claramente, y un profesional no debería tener huecos de ninguno de los dos tipos. Sin embargo, no me cabe duda de que la redacción de ustedes es mejor, y diría que es más fácil corregir un error de sentido de vez en cuando en un texto que funciona que reescribir enteramente un texto escrito en un español torpe y contaminado. El resultado final nunca es perfecto. Cada uno se queja de lo que le toca, supongo. 😛
¡Hola, Paula!
Qué alegría verte por aquí comentando. 🙂
Es curioso que en ambos casos las traducciones tengan problemas, pero de índole diferente. Aunque no creas, a veces los textos no están muy bien redactados por la sencilla razón de que no se comprende el mensaje original. A lo mejor no hay fallos de ortografía y esas cosas, pero lees el texto y te quedas igual, ja, ja, ja.
Desde luego, ¡menos mal que luego están los revisores! 😉
Un saludo,
Pablo