Algunos comentarios de dos entradas recientes me han hecho reflexionar sobre cuál es el mejor método para revisar una traducción (aunque puede ser cualquier escrito en realidad). Como todo, cada método tiene sus pros y sus contras, y aplicar uno u otro dependerá de varios factores como el tiempo disponible antes de realizar la entrega.
En primer lugar, creo que algo muy importante antes de enviar nada a un revisor es hacer una autorrevisión. Es inevitable que pasemos por alto varios fallos porque ya tenemos una idea formada sobre el texto, pero en esta fase podremos corregir problemas gramaticales u ortográficos (ya he hablado sobre recomendaciones para el control de calidad de una traducción), problemas de coherencia y reformular frases raras que impiden una lectura fluida.
Idealmente, la autorrevisión la haremos pasadas unas horas después de terminar la traducción, aunque esto no es siempre posible en la realidad profesional. No obstante, si sois estudiantes y no os han metido demasiada prisa, puede ser bueno que pasen uno o dos días para dejar “reposar” la traducción.
Una vez que hayamos llevado a cabo la autorrevisión, tenemos dos formas de proceder: o le entregamos el texto a un revisor y nos despreocupamos ya de él para siempre (lo llamaremos “edición”), o bien el revisor se encarga de hacer comentarios sobre nuestra traducción, nos entrega su informe y nosotros corregimos lo que creemos oportuno (a este método lo llamaremos “validación”).
El método “edición”
En este caso, la responsabilidad pasa totalmente al revisor, que es quien tiene la última palabra. Si el traductor original no le puede volver a echar un vistazo al documento antes de entregarlo, da igual que el traductor haya hecho un trabajo excelente si el revisor se ha dedicado a hacer cambios de estilo innecesarios y ha introducido errores: el texto final “es” del revisor. Del mismo modo, al menos podemos dormir tranquilos sabiendo que no ha sido culpa nuestra.
Esto les ha pasado a muchos y, desgraciadamente, seguirá pasando. Si en el control de calidad no participan profesionales cualificados, es inevitable que el texto también empeore. En parte, es comprensible: imaginaos que tenéis un texto maravillosamente traducido y os pagan por revisarlo. ¿No sentiríais la necesidad de cambiar cosas para demostrar que habéis hecho algo? Eso es en realidad otro problema del que me gustaría hablar en otra ocasión, y es que pocas veces se nos enseña a revisar el trabajo de otros. ¡No hay que buscar donde no hay!
Ahora bien, cuando el tiempo apremia, no hay duda de que este método es mucho más rápido. Si el texto es muy largo y el plazo de entrega es justo, nos guste o no hay que cambiar el chip y prescindir incluso de la autorrevisión, ya que el revisor puede trabajar a medida que el traductor sigue trabajando. Esto es bastante importante cuando hay varios traductores en un mismo proyecto.
Esto contradice el segundo párrafo de este artículo, en el que digo que la autorrevisión es fundamental, pero se entiende que en este caso es un mal necesario y que requerirá un mayor esfuerzo por hacer las cosas bien desde el primer momento o bien fomentar la colaboración entre el traductor y revisor a través de comentarios (por ejemplo, si el revisor descubre que un término está mal traducido, puede avisar al traductor para que no vuelva a cometer el fallo).
El método “validación”
Algo que he aprendido estos dos últimos años es que el traductor sí que puede tener la última palabra y que, en general, suele ser lo mejor. En este método, el revisor actúa como un traductor que da una segunda opinión a un texto sobre el que no ha tenido que tomar decisiones. De esta forma, actúa casi como un primer lector ideal del texto, solo que profundiza mucho más en la lectura y piensa en cosas que podrían mejorar el texto.
Evidentemente, esta forma de trabajar requiere de más tiempo. No solo porque el revisor tiene que justificar por escrito los cambios que haría, sino porque luego el traductor tiene que leer todos los comentarios y aplicar los cambios en su archivo. Si hay un montón de archivos, ya ni os cuento el tiempo que esto supone.
Lo bueno de este método es que se evitan situaciones desagradables, como descubrir que el revisor ha introducido erratas o que ha cambiado frases que estaban bien (ojo, no estoy diciendo que esto siempre sea así). Asimismo, nos permite aprender de nuestros errores.
Conclusión
En función de la situación del encargo de traducción, un método será más efectivo que otro en términos de rentabilidad. Si el texto es relativamente sencillo, bastará con que un revisor edite el texto para solucionar errores menores. Si en cambio el texto es de carácter creativo como un videojuego o un libro, convendrá tener una segunda opinión más que un editor en lugar de un editor siempre que los plazos lo permita.
Mirando de cara a la Universidad, también creo que el sistema de validación es el más apropiado. Además, se puede compensar siendo una vez el traductor y otra el validador (pero nada de documentalista y terminólogo, que la experiencia me dice que eso es mejor que lo haga directamente el traductor, no otra persona).
Y a vosotros, ¿qué método os parece mejor?
Estimado Pablo:
El tema que hoy abordas es sumamente interesante. Hay varias empresas para las que trabajo a las que les ofrezco tanto el servicio de traductor como el de revisor. Estoy absolutamente de acuerdo con lo planteado y, como ya he comentado en ocasiones anteriores contigo, el sistema de validación de traducciones mediante la inserción de comentarios me parece el más adecuado, siempre y cuando haya tiempo o, mejor dicho, cuando se ofrezca una buena tarifa al traductor y al revisor.
Como ya se ha dicho en multitud de ocasiones, cobrar una tarifa baja, además de ser una trampa para quienes la aceptan, hace que, simplemente por motivos de rentabilidad, no se le dedique a una traducción o a una corrección el tiempo que requiere. Por eso, en ocasiones, los traductores que cobran tarifas bajas están deseando terminar un proyecto para empezar otro, con el fin de asegurar unos ingresos medianamente aceptables a fin de mes. No me desvío del tema, sino que quiero decir con estas afirmaciones que el sistema de validación de traducciones requiere disponer de bastante tiempo en algunas ocasiones. Porque todos hemos topado alguna vez con traductores y correctores bien maravillosos o bien horrorosos. Cuando pasa eso, el tiempo necesario para validar los comentarios es directamente proporcional a la mala calidad de la traducción o de la corrección.
Es cierto que son muchas las ocasiones en las que los correctores se ponen extremadamente quisquillosos y cambian hasta lo más mínimo. Es perfectamente entendible que lo hagan, pues entiendo que quieran demostrar que han leído el texto y que han hecho su trabajo. Por eso, cuando corrigen mis textos, trato de no dejarme llevar por el orgullo de traductor-autor y, siempre y cuando no sean barbaridades, acepto el cambio. Eso sí, en algunas ocasiones, cuando hay muchos cambios innecesarios que no aportan más que descrédito para nosotros mismos, remito a la empresa un listado de los cambios que eran innecesarios y que son aceptables con la versión propuesta por ambos. Eso sí, debo decir que se aprende mucho con este sistema y eso es siempre interesante y valioso.
A propósito de este hecho, hace unos meses, una empresa británica con la que suelo trabajar envió a todos sus colaboradores un boletín informativo con noticias sobre la empresa y con ciertas normas a la hora de corregir traducciones. Entre las indicaciones dadas, se pedía a los correctores no hacer cambios que no fueran estrictamente necesarios, ya que se perdía tiempo y se generaban conflictos entre traductores y correctores innecesarios. Recuerdo haber oído hablar de insultos por este motivo. Pero eso lo dejamos para otro día, que ya es morbo.
Para finalizar con mi siempre extensos comentarios, quisiera incidir nuevamente en el tiempo que requieren las validaciones cuando las traducciones son deficientes -también pueden serlo las correcciones, que conste-. Recientemente -me ha ocurrido varias veces-, me pidieron que corrigiera un texto relacionado con servicios de transporte aéreo para empresas petrolíferas. Tenía un plazo aceptable para la corrección pero, cuando me llega el documento traducido -que no era difícil-, tuve que pedir una prórroga del plazo de manera inmediata. Si esa empresa tuviera implantado el sistema de corrección mediante comentarios y la validación por parte del traductor o de un tercero -como un gestor de calidad-, la entrega se habría retrasado considerablemente. En este caso, más que enviarle comentarios al traductor para su consideración y aplicación -o no-, se habría tratado de darle una clase magistral sobre las técnicas más básicas de traducción, sobre los conceptos más elementales de la lengua española y también sobre los peligros del diccionario cuando no se sabe utilizar correctamente y no se conoce un tema en profundidad. Sin ánimo de cargar las tintas contra quien tradujo aquel texto, ya que yo soy el primero que se equivoca, a la hora de hablar de traducción y corrección también hay que entender que existe una gran responsabilidad social en nuestra labor y que, por el bien de todos, esa concepción de “como alguien ya me lo corrige luego, da igual cómo lo haga” es absolutamente perniciosa para quien ofrece el servicio e insolidaria con respecto a los compañeros.
Espero haber aportado algo.
Saludos desde Canarias.
Por cierto, Pablo: corrige mi texto, que se me han ido varias erratas y de las gordas. Si antes lo digo, antes me pasa.
Saludos.
Tenesor
Como siempre, me parece muy interesante tu entrada.
Solo quería comentarte que en el proceso de revisión de una de las empresas con las que trabajo, no se cuantifica los cambios que realiza el revisor, por lo que al revisar, no nos vemos obligados a “realizar cambios para demostrar que hemos hecho algo”. De hecho, es todo lo contrario: si en alguna revisión realizamos demasiadas correciones, debemos avisar para que se le informe al traductor de que su traducción no era de una calidad óptima.
De todos modos, si me dieran a elegir, preferiría el método de validación, tanto si traduzco como si reviso.
Este método, por ejemplo, recuerdo que lo usaba una editora de videojuegos con las empresas de localización colaboradoras, seña de la importancia que le daban al control de calidad.
Hola Tenesor:
No te preocupes por lo de las erratas: creo haber corregido todas. Si no, avísame. Como leí hace mucho tiempo y nuevamente ayer en Twitter, las erratas son las últimas en abandonar el barco.
Me ha parecido un comentario muy interesante, y me alegra ver que te gusta el sistema de validación tanto como a mí. Efectivamente, para que se pueda poner en práctica se necesitan dos condiciones: que haya tiempo y que los profesionales sean eso, “profesionales”. Al menos espero que si el cliente opta por el método de validación es precisamente porque le importa la calidad y, en consecuencia, paga bien.
Por otro lado, es cierto que a veces se nos indican cambios de estilo innecesarios. No obstante, como bien dices, una segunda opinión suele ser más objetiva y que hay que quitarse la manía de “esto es mío y tú no me vas a cambiar lo que yo haya puesto”. A todos nos cuesta, pero creo que es un paso más en el camino de convertirnos en buenos profesionales.
Hola Dalia:
Supongo que avisar de que una traducción no supera unos mínimos de calidad es bastante importante para las agencias, ya que las pruebas de traducción no siempre un “examen” apropiado. Por tanto, me parece una opción válida.
Supongo que mientras no haya errores graves, no hay que echarse las manos a la cabeza.
En mi trabajo de Localization QA para videojuegos depende un poco A medida que el proyecto avanza la cosa es muy bilateral y en las fases finales es más “me fio de lo que digas”.
Al ser una empresa de Control de Calidad independiente de las casas de videojuegos, a menudo solemos recibir traducciones de 3rd parties que quizá no vuelvan a ver los traductores originales, con lo cuál la validación es más bien cuestión de que el desarrollador diga “ah, vale, ¿que está mal? pues ahora lo cambio, te lo devuelvo y ya si eso me avisas si encuentras más errores” o de que directamente le devolvamos los strings corregidos y los implemente “sin rechistar”, no de que el traductor apruebe tus cambios.
Además, como en todo, siempre hay casos en los que apenas se requieren cambios y los problemas suelen ser puros bugs de desarrollo (como texto cortado, caracteres especiales que no aparecen, etc) y la revisión es una mera formalidad y casos en los que HACE FALTA una buena edición.
Vamos, que quieras que no allí todos somos “Game Testers” pero dado que en muchas casos nosotros tenemos la última palabra, puedo asegurar sin ánimo de echarme flores, que hace falta más que un nativo al que le suene bien el texto, hace falta gente con conocimientos traductológicos reales.
Supongo que en Nintendo son más de trabajar traductores y “revisores” codo con codo, todo in-house, ¿no, Pablo?
Hola Alberto:
Realmente, lo de la validación o edición tiene lugar antes de entregar los archivos, es decir, es una fase previa al control de calidad.
Y sobre lo de que los testers tengan formación en traducción, totalmente de acuerdo, aunque bueno, supongo que es algo difícil fichar a traductores con ganas de ser testers en lugar de traductores (por supuesto que los hay, como tú y otros tantos de Nintendo, pero su objetivo es ser traductores).
Como comentaba en una entrada anterior, un tester puede pensar que una palabra está mal escrita y normalmente no hay nadie que controle si de verdad está mal. Tampoco sé hasta qué punto os dejarán hacer cambios (por ejemplo de estilo).
Por suerte, en Nintendo, como bien dices, trabajamos codo con codo 🙂
Nos dejan bastante libertad. Allí todos hemos tenido que pasar una prueba de traducción y “se fían” de nosotros pero por supuesto hay coordinadores de proyecto que le echan un último ojo a todo siempre. De todas formas nos recomiendan encarecidamente que el estilo lo dejemos un poco en segundo plano y nos centremos más en errores claros. A menos que sea una cosa que no tenga pies ni cabeza, mejor dejarlo estar.
Como muy bien dices, mi objetivo es llegar a traductor pero ahora que acabo de entrar en esto del mundo laboral, no se me ocurre mejor sitio donde empezar y coger experiencia 🙂
¡Hola, Pablo!
Antes que nada, tenés un sitio sobre traducción de los más lúcidos que he leído. Da gusto ver gente tan comprometida con la profesión y actualizada entre las nuevas generaciones.
Muy interesantes las opiniones y las experiencias de todos. Te cuento, como coordinadora, traductora y correctora, me veo ante situaciones idénticas a las que comentan: correctores que sobrecorrigen para justificar su trabajo, traductores que ni le pasan un simple corrector ortográfico porque suponen que el corrector (humano) les cubrirá la espalda, correctores que viven en países anglófonos desde hace añares y tienen un español tan contaminado que ni se percatan de sus propios errores y pasás horas refutando (la mayor parte de las veces) correcciones y explicándoles normativa, y mil situaciones más…
En el caso de los correctores que necesitan demostrar su sapiencia o justificar el sueldo con correcciones innecesarias: no son buenos correctores, directamente. Yo creo que tu trabajo tiene que ser casi imperceptible y siempre pertinente. Cuando digo esto, me imagino a esas maripositas de primavera que vuelan leves entre las flores (por sacar a los correctores de ese lugar oscuro, sombrío, silencioso, al que el inconsciente colectivo suele destinarlos), libando donde lo necesitan.
Y si en un proyecto te toca traducir, lo más sabio y profesional, se me ocurre, es pensar que quien te sigue en la “línea de ensamble” del proyecto (revisor, personal de DTP, coordinador, agencia, quien sea) es siempre “tu cliente final”, más allá de las etapas subsiguientes. No podés entregar una traducción sin revisar, es una regla básica.
Bueno, chicos, sigo con el derrotero diario. Muchos saludos a todos desde tierra rioplatense.
Marce
Gran aportación Marce!
Yo estoy ahora en el extranjero pero por suerte mantengo contacto directo con el español a través de familia y amigos y espero no llegar nunca a ese estado de contaminación que comentas! :S
Saludos desde Londres!
Alberto: efectivamente, empezar a trabajar como tester es una muy buena idea antes de llegar a ser traductor, ya que te permite ver cómo funciona todo dentro de una empresa de localización de videojuegos. Y veo que si os hacen una prueba de traducción, es son responsables al contratar a gente 😉
Marcela: sé que siempre soy un pelota dando las gracias a los que me decís que os gusta el blog, pero… ¡qué menos podría hacer! Así que muchas gracias 🙂
Me ha gustado mucho todo lo que has dicho, especialmente lo de pensar que la traducción se la entregas directamente al cliente final. ¡Cuánta razón! Por eso yo, aunque sepa que hay gente detrás de mí encargada de la corrección, siempre siento algo de presión al pensar que tengo que estar a la altura a la altura de entregar mi trabajo.
¡Espero verte más por aquí! 🙂
Pues la verdad es que si que se preocupa esta gente por la calidad porque trabajan con casas grandes como Sony, Square-Enix, Bandai-Namco o Eidos. Además tienen varias sedes en Europa, EEUU y Japón. Vamos, que hacen las cosas bien.
Si le quieres echar un vistazo… http://www.testroniclabs.com
Gracias Alberto, le echaré un vistazo 🙂
Buenas, caballero 🙂
Éste no es el sitio indicado, lo sé, pero da igual: feliz cumpleanios!!
Hola, chicos.
Pablo, de nada, tu blog es muy bueno y quería expresártelo de corazón.
Coincido con vos en que la visión del “cliente final” te mete mucha presión y demorás ese clic en “Guardar” y en “Enviar” porque nunca terminás de estar del todo conforme, seguro, satisfecho, pero -más allá de los resultados, porque no siempre a uno le sale una traducción o una corrección maravillosa- lo que rescato es esa sensación que te queda de que diste lo mejor de vos, trabajaste con seriedad.
Y, Alberto, no tengas miedo, por más modismos que incorpores de tu país de adopción -que debe de ser inevitable, ¡si nos pasa hasta cuando vamos a un país extranjero de vacaciones!-, manteniendo el contacto con tu gente, tu familia, tus amigos, leyendo un buen libro en tu idioma o, por lo menos, echándole un vistazo al diario de tu país, seguro que vas a mantener tan vivo tu español como el día en que partiste.
¡Buen fin de semana!
Marce
Gracias por tus palabras Marce!
Tienes mucha razón y en ese sentido tengo las espaldas cubiertas, sobre todo en el aspecto de la literatura. Que otra cosa no pero producción literaria excelente tanto propia como bien traducida no nos falta a los hispanohablantes 😉
Gracias de nuevo, Marcela 🙂
Yo también llevo un tiempo en el extranjero, pero como siempre estoy rodeado de españoles en el trabajo, por suerte no creo que esté perdiendo el español 🙂
¿Que opináis, deben revisarse todas las traducciones? es un tema controvertido sobre el que creo que debería asumirse la realidad.
En la práctica creo que por lo menos la mitad de las veces no se hace. Para 3 agencias de las 5 con que trabajo me consta venden la tarifa final como traducción+revisión cuando realmente la revisión no es más que una mirada por encima del jefe de proyecto.
Ya se que no son horas pero bueno… 😛
Depende un poco del modelo de servicio. Trabajando solo como freelance, uno mismo hace las veces de traductor y revisor, a menos que luego el cliente decida pasarlo a un tercero o aun revisor interno. Dentro de las agencias yo creo que como explica Pablo será cuestión de la relación calidad-esfuerzo. Por el modelo de validación se emplea más tiempo, pero si este se tiene se asegura un texto final consensuado y bien pulido. Con el modelo de edición se hace el trabajo más rápido pero da lugar a posibles desencuentros entre traductor y revisor/editor.
Supongo que será cuestión también de la naturaleza del texto; cuanto más largo y/o especializado mayor control deberá tener, pues errar es de humanos y en estos casos hay más probabilidad.
Hablando por mí, no creo que haga falta para TODOS los textos. Los más sencillos pueden pasar una leve revisión en todo caso. Idealmente lo suyo sería poder contar con el método de validación para los más complejos para asegurar mejor calidad a largo plazo.
Sin embargo, yo encuentro varios problemas a este planteamiento.
1. Por sencillo que sea el texto, siempre se puede escapar algo, aunque sea responsabilidad del traductor asegurar la máxima calidad de su producto final. Pero ¿qué pasa si el traductor lo ha hecho con un esmero proporcional a la tarifa recibida? ¿Y si por ser un texto sencillo, se le ha asignado a un “intruso laborar” no tan cualificado? Creo que me explico…
2. Como dice Pedro, ¿por qué se cobra un servicio de revisión que quizá se reduzca a pasar el corrector ortográfico del Word? Además muchos cobran por palabras en vez de por horas y no es lo mismo revisar 3.000 palabras bien traducidas en 15 minutos que emplear 2 horas en 1.000 mal traducidas. Eso es de cajón.
Estamos en lo de siempre, Pedro. En esto influyen los sospechosos habituales: tarifas, compromiso del traductor, honestidad del revisor, etc. En un mundo ideal, habría un colegio u organismo regulador que prohibiera tarifas abusivas, intrusismo laboral y una concienciación mayor con la labor del traductor, lo que repercutiría directamente en la necesidad de revisión o al menos en su criterio de aplicación. Pero como muy bien dices, la realidad es muy distinta. Cada oficio tiene sus gajes y solo nos queda tomárnoslo con filosofía e intentar sobrevivir echándole ingenio –que no no cara– 😉
OFFTOPIC: @Pablo
Hoy buscando en los archivos del blog de Switch off and let’s go, he visto una entrada sobre Sopa de Ganso de los hermanos Marx y un comentario tuyo acerca de la tesis de Adrián Fuentes.
Pues resulta que es profesor de la Olavide (me imagino que lo sabrías) y me dió clase entre otras cosas de Traducción Audiovisual y me iba a poner en contacto con él para consultarle algunas cosillas ya que ahora comenzamos el bloque de traducción del humor en el Master de la UAB. (A colación de eso he encontrado de casualidad la entrada antigua del blog). Qué curioso ¿no?
Hombre, la verdad es que hay que tener jeta para cobrar la tarifa de revisión y no hacerla… Yo pienso que siempre que se cobre bien la agencia hace lo posible por revisar el trabajo, porque al fin y al cabo son los responsables de la traducción. A lo mejor no con un revisor interno, pero sí con otro externo. También depende de la repercursión del texto, claro: seguro que los manuales no se miran con la misma lupa que los textos que se publican y van a ser leídos por mucha gente.
Luego está el problema de cobrar por palabras en la revisión, claro. Como bien dice Alberto, en 15 minutos puedes revisar de 500 a 1500 palabras según la calidad del texto, y si la empresa paga por horas, pues al final pierde. Pero bueno, yo creo que desde el principio se puede ver si el traductor ha hecho bien su trabajo o no para calcular el tiempo que llevará la revisión.
Sobre el offtopic, sí, conocí a Adrián en el congreso Media for All, aunque no hablé con él. Sus artículos sobre el humor están muy bien, te los recomiendo. Resumiendo: que yo no dudaría en consultarle 🙂
Hola, tocayo: a un servidor lo que le parece mejor es lo que dicta la norma UNE-EN 15038:2006 y es que la trauducción ha de ser revisada por una persona distinta a la del traductor.
Pero, para un servidor, la pregunta es: ¿de quién es, en última instancia, la responsabilidad civil en caso de litigio? ¿Del revisor o del traductor…?
¡Hola, Pablo!
Hace ya tiempo de esta entrada… Sí, por supuesto, la idea es que la traducción la revisa otra persona, eso está claro. 🙂 Pero planteas una buena pregunta, la verdad: ¿la norma no especifica eso? 😛
Un saludo,
Pablo
Buenos días. Me parece muy interesante la entrada, pero me extraña que no habéis mencionado la ayuda entre compañeros. Existen foros de traductores y además creo que cada uno de nosotros tiene amistad con algún colega de profesion. Yo suelo consultar temas que me parecen dudosos. Además si toco algún tema que no me resulta muy familiar busco entre mis conocidos a los profesionales del sector para poder hacer preguntas.
Hola, Karina:
La idea de estos métodos es que cuentes con compañeros de profesión que conozcas, así que por eso no lo había descrito explícitamente, pero gracias por recordarlo. 🙂
Un saludo,
Pablo