Hoy me apetecía hacer una entrada menos seria y darle un toque de humor al contenido del blog, ya que, aunque está bien aprender y debatir sobre temas traductológicos, nunca está de más reírse un poco a la vez que decir alguna que otra verdad. 🙂
A ver si reconoces o te identificas con alguno de los siguientes estereotipos. 😉
Índice de contenido
- 1. El traductor que nunca acepta los cambios del revisor
- 2. El revisor que siempre le cambia todo al traductor
- 3. El traductor o revisor al que todo le parece mal
- 4. El traductor autónomo que trabaja en pijama
- 5. El traductor autónomo que hace videoconferencias con pantalones de pijama
- 6. El traductor que incendia un foro hablando sobre tarifas
- 7. El traductor de videojuegos que no puede decir en qué trabaja
- 8. El intérprete que siempre tiene que aclarar que es intérprete y no traductor
- 9. El traductor autónomo que nunca se pone enfermo
- 10. El traductor que vive en una mansión y tiene un jet privado
- 11. (¡Bonus!) El traductor que lleva un rato preguntándose si debería poner minúscula después de «Mi opinión:»
1. El traductor que nunca acepta los cambios del revisor
Suponiendo que reciba los cambios para aprobarlos o al menos arbitrarlos, este tipo de traductor suele tener el ego un poco crecido y no acepta mejoras, pues cree que siempre está en lo correcto. Por supuesto, hay veces en las que tiene razón y el revisor se equivoca, pero en este caso lo normal es ver que acepta un cambio de cada diez propuestos.
Mi opinión: Hay que ser humilde y saber que cuatro ojos ven mejor que dos normalmente. Los destinatarios de la traducción final lo agradecerán.
2. El revisor que siempre le cambia todo al traductor
También tenemos el caso contrario: quizás por rabia de no ser el traductor, quizás por tener un mal día, este tipo de traductor/revisor no tiene piedad con el texto que recibe y lo cambia lo máximo posible para que se note quién manda aquí y que su versión es mejor. Además, así justifica su trabajo, no vaya a ser que prescindan de revisores si no hay tantos cambios.
Mi opinión: Si la traducción está realmente mal, habría que avisar al cliente primero para ver cómo proceder. Si es una traducción normal, pues oye, ¡todo puede mejorarse! Pero respeta también la versión del traductor si es correcta y evita cambios preferenciales.
3. El traductor o revisor al que todo le parece mal
Es la evolución de los dos primeros estereotipos. Da igual si traduce o si revisa: para esta persona, el cliente nunca tiene ni idea de cómo hacer las cosas, sus revisores nunca tienen ni pajolera idea de lo que hacen y sus traducciones y, en caso de ser el revisor, la traducción sobre la que tiene que trabajar es un desastre. Por supuesto, todo esto lo critica en las redes sociales para darse aún más importancia.
Mi opinión: De nuevo, hay que ser humilde. Si algo está mal, mejor decírselo a los interesados de la mejor manera posible para intentar mejorar. Creo que se deberían usar las redes sociales para otras cosas.
4. El traductor autónomo que trabaja en pijama
Venga, vamos cambiando el tono a algo más positivo. 🙂 Este es un clásico: ¡que levante la mano quien sea traductor autónomo y no haya trabajado nunca en pijama! Bueno, o incluso sin camiseta si es verano.
También se pueden utilizar complementos, claro. En invierno, nada como una buena mantita o zapatillas eléctricas para estar calentito, así como usar mitones para que las manos no se te queden congeladas del todo y cada vez teclees más lento…
Mi opinión: Yo lo he hecho muchas veces, por supuesto. Aunque desde hace tiempo lo primero que hago al levantarme es ir al gimnasio, entrenar y ducharme para estar vestido ya durante todo el día. Así me siento más mentalizado para trabajar que con pijama, la verdad.
5. El traductor autónomo que hace videoconferencias con pantalones de pijama
Aunque a muchos les gusta estar en su cueva con pijama completo, a veces hay que hacer reuniones con equipos de traductores o revisores, o bien directamente con clientes. Cuando no aparecer en pantalla no es una opción, siempre es aceptable ponerse una buena camiseta, camisa o jersey… y buen pantalón de pijama. 🙂
Mi opinión: Yo juraría que nunca he tenido que hacer esto, pero sí conozco a algunos que lo hacen.
6. El traductor que incendia un foro hablando sobre tarifas
Ah, sí, las tarifas… ¡Eterno debate! Todo iba bien en un foro hasta que alguien pregunta qué cuanto se suele cobrar en tal trabajo. Al final la cosa empieza a degenerar y ya se empieza con que se si hay traductores que tiran el mercado con tarifas irrisorias, que los que traducen series para doblaje o videojuegos son una mafia, que si hay que crear un colegio de traductores para regular tarifas…
Mi opinión: Es bueno debatir sobre este tema, pero siempre con respeto y buenas argumentaciones, sin pretender echar balones fuera. Hace años grabé un vídeo cortito llamado Las tarifas de traducción explicadas en 2 minutos cuya idea central creo que sigue siendo válida.
7. El traductor de videojuegos que no puede decir en qué trabaja
Esto, por desgracia, no es muy gracioso, ya que le sucede a una gran mayoría de traductores de videojuegos. Aquí te encuentras de todo: desde clientes que ponen sin problema a todos los miembros que han participado en la localización de algún modo (como suele hacer Nintendo) hasta agencias que te hacen firmar que jamás de los jamases podrás hablar de en qué juegos has participado.
El reconocimiento creo que es necesario, e iniciativas como los Premios ATRAE ayudan bastante a visibilizar el trabajo de los traductores en general y, quizás especialmente por los estrictos acuerdos de confidencialidad, a los traductores de videojuegos.
Mi opinión: El tiempo me ha enseñado a no obsesionarme con este tema, pues al fin y al cabo hay que ser conscientes de que estás prestando un servicio por el que te pagan, y en realidad consumimos muchos productos y demás de los que no tenemos ni idea de quién los hace. Por ejemplo, el mismo derecho de ser reconocidos tienen los traductores técnicos o de aplicaciones móviles, cuyo trabajo también es muy importante.
Obviamente, apoyo el reconocimiento y soy al primero al que le gusta que le reconozcan las cosas como los juegos en los que trabajé en Nintendo, pero como digo, quizás con el tiempo he aprendido a sobrellevar este hecho.
Por cierto, un argumento que se suele dar es que no se revela la identidad de los traductores porque así el cliente puede contactar directamente con ellos en vez de pasar por la agencia, pero en mi experiencia, el cliente grande prefiere utilizar agencia siempre para no estar pendiente de cada traductor de forma individual (sobre todo cuando hay muchos idiomas a los que se traduce).
8. El intérprete que siempre tiene que aclarar que es intérprete y no traductor
Intérpretes, no me olvido de vosotros. Del mismo modo que el estudiante de Traducción e Interpretación tiene que repetirle a su entorno que no, que no quiere dedicarse al mundo del espectáculo, hoy en día sigue siendo muuuuy habitual que la gente ajena al sector llame «traductor» al que se dedica a hacer una interpretación consecutiva o bilateral. El traductor trabaja con la palabra escrita, mientras que el intérprete trabaja con el lenguaje oral (estoy simplificando mucho, pero para que nos entendamos).
Mi opinión: A mí a veces me han dicho que claro, que mi carrera es importante porque no solo se trata de traducir un texto, sino que hay que hay que interpretarlo bien para poder traducirlo. Por supuesto que es verdad, pero creo que es interpretar (nunca mejor dicho) lo de «Traducción e Interpretación» de una manera algo equivocada. 😛
9. El traductor autónomo que nunca se pone enfermo
Si no trabajas, no facturas, así que ¿qué es eso de no hacer una traducción porque estás resfriado, con fiebre, con dolores en la espalda o con una tos tremenda? La verdad es que ser autónomo tiene una ventaja después de todo: ¡te haces resistente a las enfermedades!
Mi opinión: Por supuesto que me pongo enfermo de vez en cuando, sobre todo con resfriados y algún pequeño dolor de cabeza. Pero sinceramente creo que, en mis más de 10 años de traductor autónomo, nunca he dejado de trabajar por estar enfermo. Tampoco es que me estuviera muriendo, vaya. Ahora que lo pienso, creo que una vez tuve una migraña tremenda y me tuve que acostar, pero luego o al día siguiente recuperé el tiempo perdido.
10. El traductor que vive en una mansión y tiene un jet privado
Ah, ¿pero de verdad eso existe? 🙂
Mi opinión: De la traducción se puede vivir; de hecho, incluso muy bien. Eso sí, por ahora no me da para tener una mansión en Madrid o un jet privado, claro… Pero sí para vivir feliz y tranquilo. Con eso me basta.
11. (¡Bonus!) El traductor que lleva un rato preguntándose si debería poner minúscula después de «Mi opinión:»
Así me gusta, que cuestiones las cosas. Yo sinceramente creo que es mejor usar mayúscula porque estoy introduciendo lo de «Mi opinión» de forma similar a «Nota:» o «Ejemplo:», es decir, como un anuncio de que lo que sigue es mi opinión (también habría podido poner «Comentario:»). Me baso en el punto d de la Ortografía de la lengua española.
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Por supuesto que hay más estereotipos que me he dejado, pero creo que más o menos estos son los principales. ¡Ya me contarás en los comentarios! 🙂
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Muy buena lista, je je. Yo puedo decir que nunca he trabajado en pijama, pero mi ropa de trabajar en casa es incluso peor que un pijama: pantalones de chándal de hace 10 años, camisetas andrajosas, jerseys horrendos que me regala mi suegra y que no me atrevo a tirar pero tampoco a ponerme para salir… vamos, que si tengo una videoconferencia me tengo que cambiar xD
¡Hola, Marta!
¡Curioso! Yo en invierno sí que uso pantalones de chandal y camiseta térmica porque soy bastante friolero. Desde luego, veo que le sacas partido a la ropa. 😀 Lástima lo de las videoconferencias; espero que tengas pocas, ja, ja, ja.
Pablo
Pablo, voy a tener que poner en práctica lo de ir al gimnasio en cuanto me levanto, porque de lo contrario, voy a ir muy poco. De hecho, llevo ya dos semanas sin ir por el trabajo…Tendré que levantarme a las 5 de la mañana todos los días.
Hola, Olga:
Uf, madre mía, veo que tienes mucho trabajo, ¿no? Aunque eso es bueno, espero que pronto puedas tener más tiempo. Yo hasta hace poco también tenía que darme madrugones por diversos motivos y la verdad es que era una paliza. En el equilibrio está la virtud. 🙂
Pablo
Hola, Pablo. ¡Muy bueno el artículo! Definitivamente, el n.º 4 es mío: nada mejor que levantarme, preparar el mate (mi vicio, como buena argentina) y empezar a trabajar. Y en cuanto al n.º 8, durante el duro invierno que tuvimos por estos pagos me planteé si trabajar en casa era una bendición o una maldición (“podés trabajar igual” o “tenés que trabajar igual”).
¡Hola, Selene!
Me alegro de que te haya gustado el artículo. Ja, ja, supongo que sí, en Argentina lo del mate tiene que ser como el café (aunque no soy cafetero). A mí me encanta tomarme una infusión bien grande después de comer, sea invierno o verano. 🙂
Un saludo,
Pablo