A raíz de una traducción que tenía que hacer y cuya pequeña parte se encontraba en Internet, me he sentido inspirado para escribir un poco sobre un tema que podría tener cierta polémica.
Reconozcámoslo: es difícil inventar algo nuevo en nuestros días partiendo desde cero, ya que al igual que siempre hay alguien que sabe más que tú, es muy probable que alguien haya trabajado previamente en algo que quieres sacar adelante (otra cosa es que se haya hecho público). En otras palabras, la clave para el progreso reside muchas veces en la reutilización del trabajo previo.
Así, parece obvio que los profesores vuelvan a hacer uso de sus materiales didácticos de un curso para otro. Del mismo modo, los programadores aprovechan el código de rutinas previamente escrito para crear programas más complejos. Con respecto a la traducción, muchas instrucciones de manuales técnicos se repiten de unos a otros o incluso en el mismo manual, en cuyo caso podemos beneficiarnos del uso de programas de traducción asistida.
Bajo este mismo principio, muchos documentos de cierta importancia se reutilizan en, por ejemplo, la distribución de programas informáticos. Por ello, suele ser habitual incluir archivos de acuerdos de licencia para que se muestren antes de la instalación de un software (y que, por cierto, creo que nadie —yo el primero— lee).
Durante mis estudios me han encargado realizar traducciones para clase de documentos que ya se encontraban traducidos en Internet por ser de especial relevancia (claro, que también me han encargado textos con traducción publicada para que le sea más cómodo al profesor). Normalmente, tras frotarme las manos, me daba cuenta de que estaban en español de Sudamérica (de modo que tendría que adaptar ciertas palabras y expresiones a la variante del español de España) y que la redacción era algo pobre (y lo peor, que alguien habrá cobrado por ella) y en vez de un trabajo de revisión lo que tenía que hacer era una retraducción.
Pero partiendo de la premisa de que nos encontramos con una buena traducción o al menos de calidad aceptable del texto que traducimos y por el que vamos a cobrar, ¿qué sería lo más ético? Evidentemente, hablo de alguna porción de texto, no de un texto íntegro. Por supuesto, doy por sentado que el texto que usemos estará revisado por nosotros para garantizar la calidad, pero ahora bien, ¿haríamos mal al utilizar esa traducción sin informar al cliente?
Al fin y al cabo, el cliente nos está pagando por un servicio que requiere, y también podría indagar sobre si existen versiones traducidas del documento que nos solicita traducir. Además, como comento, ya que nos pagan deberíamos hacer una buena revisión del texto (a menos que la traducción esté muy mal, claro). Nosotros trabajamos, el cliente paga y todos contentos… ¿o no?
De momento sólo me ha ocurrido en clase, pero, ¿y si en vez de una pequeña parte encontramos el documento íntegro y bien traducido y no aparece el nombre del traductor? Realmente no sabría qué hacer. La respuesta fácil sería aprovecharme de la traducción y tan contento, pero creo que tendría la sinceridad de decírselo al cliente. No tengo mucha visión empresarial por el momento, pero si fuera un cliente valoraría positivamente la acción del traductor.
En caso de que aparezca el nombre de la persona que ha realizado la traducción la situación sería aún más complicada, porque incluso ya sabes a quién le tomas «prestada» la traducción. En caso de reutilizarla, lo mínimo sería citar la fuente. ¿Pero cómo la indicamos en un texto por el que nos pagan y al que no le van a poner nuestro nombre? Parece complicado.
En definitiva, parece que es una cuestión que depende mucho de la situación de cada uno y de su moral. Si tenéis curiosidad, como lo que tomé prestado eran unas 300 palabras que revisé (poco porque estaban bien traducidas) de un texto original de 6.000 palabras, no dije nada. Supongo que tendría que estar en situación para saber lo que haría con un préstamo mucho más notorio. Y vosotros… ¿qué pensáis? O mejor aún, ¿qué haríais?
Supongo (si nos ponemos legalistas) que también hay que tener en cuenta el texto que empleamos y sobre que licencias se publica. No es lo mismo publicar un texto sujeto a copyright que a una licencia copyleft o creative commons (que permite su uso bajo ciertos términos). Y aunque parezca que “no pasa nada” por emplear textos copyright, emplearlos sin permiso del autor puede darnos bastantes quebraderos de cabeza (de forma similar a los que está dando la SGAE con el uso de música en determinadas situaciones). Supongo que lo mejor es intentar no copiar, y si hay que hacerlo, asegurarse de que no vamos a tener que comernos un marrón como el sombrero de un picador XD.
Hola,no soy traductora profesional todavía,pero pienso que el cliente posiblemente tendrá muchas formas de comprobar la legalidad de la traducción.Independientmente de esto, yo preferiría decirle al cliente que he encontrado una traducción muy buena del trabajo solicitado y se la envío sin cobrarle nada.Seguramente que esto hablará muy bien de mi ética profesional y me asegurará la fidelidad del cliente.Si no lo hago así,posiblemente me sentiré muy mal.
Hola María Teresa:
En efecto, y tal como se ha comentado en alguna entrada reciente, creo que lo mejor en estos casos es ser sinceros y hablar con el cliente. Hay que ser honestos con nosotros mismos y… ¡con los demás!
Saludos,
Pablo
¡Hola! Este caso me recuerda el de las reediciones de obras traducidas. A veces (la mayoría) se manda traducir solo las partes nuevas y diferentes (previo trabajo de comparación), pero a veces mandan traducir la nueva edición entera, e incluso la editorial sugiere que esta nueva traducción “se base” en la anterior, hecha por otros traductores. Este “basarse” muchas veces es prácticamente copiar la edición anterior, y el traductor cobra por ello. Pero ojo: “basarse”, copiar, imitar, etc. a veces es trabajoso, y podría serlo más que simplemente traducir, porque hay que tener un ojo en el original, otro en el edición anterior y otro en el texto meta.
Hola, José:
Qué curioso eso de “basarse” en la anterior edición… Imagino que este es un caso donde usar memorias de traducción sería bastante provechoso, pues se sabría rápidamente qué partes han cambiado y cuáles se pueden conservar. Por supuesto, aunque nos “basemos” en la traducción anterior, siempre tendremos la oportunidad de aprovechar para mejorar todo aquello que fuera mejorable. 🙂
Saludos,
Pablo
Hola:
Por casualidad, terminé leyendo esta entrada de tu blog. Como traductora ya licenciada y sudamericana, encontré un tanto ofensivo el siguiente comentario:
“Normalmente, tras frotarme las manos, me daba cuenta de que estaban en español de Sudamérica y que la redacción era algo pobre (y lo peor, que alguien habrá cobrado por ella) y en vez de un trabajo de revisión lo que tenía que hacer era una retraducción”.
Podría interpretarse que lo que querés decir es que como estaba en otra variante de español, tuviste que adaptarlo. Y espero que eso sea lo que quisiste decir. También espero que no seas de aquellos españoles que creen que por serlo simplemente hablan y escriben mejor español. Ni siquiera voy a entrar a discutir eso. Creo que como traductor sabrás que lo que vos hablás no es sino otra variante del español.
Pero el hecho de que asocies esa idea con que la redacción era pobre (y que lo peor es que alguien habrá cobrado por ello) da a pensar que vos ligás automáticamente la traducción de un sudamericano con una traducción de poca calidad. Espero estar equivocándome, pero te aseguro que en Sudamérica hay buenísimos traductores con una formación excelente, en muchos casos, mejor que la española. Y, obviamente, también hay malos traductores, como los hay en España, o gente que traduce sin saber lo que hace. Quizás deberías haber dicho que te encontraste con una de esas traducciones que hace cualquiera (seguramente, alguien que no es traductor). Es normal que te encuentres páginas de Internet que están traducidas por alguien que no es traductor, sobre todo por un sudamericano, porque allá el nivel de inglés es muy alto y es normal que cualquiera de nosotros haya estudiado toda su vida en un colegio bilingüe y tenga un buen manejo del inglés. Ojo, que no lo defiendo, evidentemente. Como traductora me molesta que haya gente que crea que le puede pagar a cualquiera que sepa inglés para traducir y que cualquiera que sepa inglés se lance a traducir sin saber lo que hace. (Y digo inglés como si dijera cualquier otro idioma). Pero, lamentablemente, esa es la realidad de hoy. Y, en muchas ocasiones, lo que te encontrás traducido por ahí o se tradujo con Google y después se medio editó o lo tradujo un aficionado directamente. No especificaste qué texto era, pero es muy normal encontrarse con traducciones que hacen los propios aficionados al tema X gratuitamente, solo porque les gusta y quieren que esa información llegue (si bien pobremente) en su propio idioma. Un gran y pésimo ejemplo son los subtítulos… Quién no ha querido llorar cuando ha visto según qué cosas en la pantalla… Pero es algo con lo que lidiamos todos los lingüistas o quienes trabajamos con los idiomas, por eso de que la lengua es “de todos”.
De cualquier forma, te recomendaría que afines tu sensibilidad con respecto a estos temas. Y no te creas que defiendo ciegamente a los traductores sudamericanos porque soy de allá, no. Me crié en España y, siempre que escucho un comentario estúpido sobre los españoles, los defiendo y hago ver a la gente que generalizar en ciertos aspectos es de ignorantes.
En tu caso, dudo que conozcas a muchísimos profesionales sudamericanos, o que hayas estado en Sudamérica o que puedas juzgar de primera mano y generalizar como hiciste. Sé que no dijiste directamente “los traductores sudamericanos son malos”, pero asociaste dos ideas que dan a entender eso mismo entre líneas.
Como traductor deberías cuidar más ese tipo de comentarios, no sea cosa que un día termines aprendiendo algo de un sudamericano, o te encuentres con un buen profesional de allá, o tengas que pagar por un comentario que quizás hiciste inocentemente y sin pensarlo, por ignorancia o por repetir las palabras de alguien más. Te pido disculpas de antemano si me equivoco, pero realmente sonó muy ofensivo ese comentario.
Saludos
Melisa
Hola, Melisa:
Lamento muchísimo que, tal y como estaba escrito el texto, diera lugar a este malentendido. Por supuesto que no pienso que los traductores de Sudamérica sean peores que los de España ni que una variante sea mejor o peor que otra. Como bien dices, me refería simplemente a que tendría que adaptar ciertas expresiones y palabras al español de España, aunque te doy toda la razón en que, tal y como está escrito, podría asociarse también a que la mala redacción se debe a que el texto lo escribió un sudamericano. Así pues, he añadido una aclaración entre paréntesis en el texto:
“tras frotarme las manos, me daba cuenta de que estaban en español de Sudamérica (de modo que tendría que adaptar ciertas palabras y expresiones a la variante del español de España)”.
Espero que así no haya más malentendidos. Muchas gracias por tu comentario y, de nuevo, te pido disculpas por no haberlo dejado claro desde el principio.
Un saludo,
Pablo
Gracias por contestar. Me alegro de que fuera solo un malentendido, de verdad. Lamentaría que hubieses dicho algo así realmente, ya que estoy leyendo tu blog y me parece muy interesante. Creo que aportás mucho con tus ideas y ayudás a muchos traductores o estudiantes, así que me alegro de que no pienses así.
Un saludo,
Melisa
¡Gracias a ti por tu comprensión, Melisa! Hablando se entiende la gente. 🙂
¡Muchas gracias también por tus comentarios sobre el blog, me alegro de que te guste! 🙂
Saludos,
Pablo