Leo en Curioso pero inútil (CPI) y Microsiervos la reseña de una ¿novela? llamada “253”. Interesante título para un libro, sí señor. Pero ¿qué se esconde tras las páginas de un texto bajo semejante título? Nada más y nada menos que la ficha de todas las personas que viajan en los distintos vagones de un metro. Recomiendo leer las reseñas de CPI y Microsiervos para tener un análisis más detallado de la obra, ya que esta entrada no pretende ser eso mismo, aunque os dejo con las siguientes pocas líneas de la introducción:
Un tren de metro consta únicamente de siete vagones. ¿Por qué? El número parece raro. Ocho sería más redondo, más cómodo. Tal vez sea un siete para la buena suerte. Cada uno de los vagones consta de 36 asientos, lo cual significa que la ocupación ideal de un tren que no estuviera atestado ni perturbadoramente vacío sería de 252 pasajeros, más el conductor. Esto daría un total de 253 personas.
Y vosotros os estaréis preguntando, ¿qué tiene que ver esta novela con la traducción subordinada? Pues simplemente que la gracia de ella consiste en que las fichas de todos los viajeros tienen 253 palabras… en inglés. Es decir, que al trasladar el contenido de esta novela a otra lengua diferente, será necesario hacer algo más que traducir si se quiere respetar la gracia del original que, seguro, no todos observarán.
En el caso de la traducción al español, la traductora parece haber llevado a buen puerto tal titánica tarea a pesar de alguna errata en las notas a pie de página o la ausencia de alguna palabra que rompe parcialmente una oración. Es decir, fallitos que para algunas personas (y más bien profesores) creerán motivo de baja calidad, pero que en su conjunto, al menos para mí, son subsanados por el texto global (vuelvo a recordar que no he llegado a leer el libro).
Todo esto nos lleva a la cuestión de los entresijos y la dificultad de traducir. Creo firmemente que en textos como el que nos ocupa se reflejan las cualidades de un buen traductor, como la creatividad, la superación (porque no creo que todo traductor se enfrente a este reto todos los días) y la capacidad para “jugar” con el texto meta según el texto original.
El español suele extenderse hasta un 25% más que el inglés para presentar la misma información, por lo que deduzco que la traductora ha hecho un profundo análisis de la información original para presentar lo verdaderamente relevante con un estilo que no resulte pesado. O lo que es lo mismo: la traductora ha hecho frente (con gran éxito al parecer) a un reto de traducción subordinada.
La traducción subordinada es aquella traducción que tiene impuesta una serie de condiciones extralingüísticas como el tiempo y movimiento de los labios en una película, el escaso espacio de una bocadillo de una viñeta de un cómic o, tal y como sucede en 253, la intención y forma de un texto. La Historia Interminable es otro ejemplo de traducción (o, por qué no, escritura) subordinada, al comenzar el primer capítulo con la letra A de forma que cada capítulo empiece con la siguiente letra del abecedario hasta llegar a la Z.
Con esto quiero reflejar que traducir es con frecuencia mucho más que verter mensajes de una lengua a otra, y que no basta con saber solventar problemas de traducción concretos, porque, ¿qué ocurre cuando todo el texto es en sí un problema de traducción? Muchos dirán que es intraducible o que perderá la esencia del original (lo que, muy a nuestro pesar, ocurre a veces en el doblaje), pero es precisamente la labor del traductor desmentir tales afirmaciones alegando pruebas como ha hecho la traductora de 253.
Ánimo con este nuevo proyecto crack 😉
Un abrazo