Algo más que traducir
Blog sobre traducción profesional, localización de videojuegos, software, aplicaciones móviles, sitios web y tecnologías de la traducción por Pablo MuñozTraductor inglés-español especializado en localización

El buen freelance (artículo invitado de Juan Pablo Ordóñez)

Imagen de un freelanceDe nuevo cuento con la inestimable colaboración de Juan Pablo Ordóñez, diseñador de videojuegos de reconocida experiencia que ya nos habló hace tiempo sobre la importancia de contar con buenos profesionales de la localización, para compartir con vosotros información más que útil sobre el otro lado de nuestra profesión. Esta vez Juan Pablo nos habla sobre las cualidades ideales de un buen freelance: qué debe hacer, qué no debe hacer, qué puede hacer un freelance para dar confianza a un cliente, etc.

Sinceramente, he aprendido muchísimo de todos sus consejos y estoy seguro de que después de leer esta entrada vosotros también vais a ver las cosas de otra manera. Por supuesto, esta no es la forma particular de trabajar de Juan Pablo, sino simplemente una forma de transmitir lo que pasa al otro lado, ese lado que muchos desconocemos. Una pequeña nota: este artículo es más largo de la habitual, así que recomiendo leerlo en un momento del día en que no estés muy ocupado para no perderte nada (era difícil hacer una entrada dividida con tanta información). Ahora, ¡a disfrutar! 😀

El buen freelance

Mucho se ha escrito sobre el trabajo como autónomo. Existen incluso manuales donde se explican buenas prácticas y consejos de otros profesionales que, bajo el mismo techo de freelance, comparten su experiencia en este tipo de trabajos. Lejos de entrar en el tema desde el mismo punto de vista, hoy voy a intentar plasmar un poquito de lo que ha sido mi trabajo con este tipo de profesionales hasta la fecha.

¿Por qué contratar a un freelance?

Un freelance ofrece respuestas a preguntas muy concretas, es decir: un buen freelance soluciona problemas específicos, ya que cubre o complementa áreas del desarrollo que necesitan apoyo o de las que carece la empresa en un momento determinado. Además, el tipo de contrato compromete en menor medida a la empresa en cuanto al típico “por obra y servicio”.

Muchas veces a las empresas no les sale rentable contratar a un profesional a tiempo completo, y cubrir un área tan específica y acotada en el tiempo con un freelance es la mejor opción. Asimismo, acceder a una red de profesionales autónomos garantiza una interesante negociación sobre los precios y las condiciones de trabajo, el flujo de trabajo y los términos del contrato.

¿Cuáles son los puntos delicados?

Al menos, a priori, contratar a alguien autónomo no ofrece las mismas garantías que tener a alguien en plantilla de manera permanente en cuanto a control. Podría parecer que la implicación es menor si tenemos a una persona haciendo un trabajo por el que se le va a pagar y soltar aquello de “muchas gracias por todo y ya te llamaré si te necesito otra vez”. Esto depende mucho de la filosofía de empresa, incluso del país donde trabajes, pero he visto en varios casos repetirse el mismo patrón. Es más, a veces es inevitable no mostrar cierta información del proyecto, sensible a todo el que no esté, digamos, “dentro”. Y eso excluye generalmente al pobre freelance.

Aunque la realidad (al menos cuando ha estado en mi mano) apunta en sentido opuesto, generalmente el freelance es visto como alguien que llega, hace un trocito pequeño, cobra, se va y se olvida del proyecto.

Las cualidades del freelance

Como cliente, cuando buscas un buen profesional que trabaje como autónomo, necesitas que se cumplan una serie de cualidades.

El buen freelance

    • Tiene un buen portfolio de proyectos e información sobre los servicios que puede prestar; léase web (mínimo), tarjetas de visita (business cards), folletos digitales descargables e imprimibles, un listado de referencias de clientes satisfechos, acceso al perfil profesional (curriculum) si procede, etc. Ah, y por supuesto, todos los métodos de contacto posibles: correo electrónico, teléfono fijo o móvil, formularios de contacto, etc.
    • Muestra interés por todas las solicitudes de trabajos de posibles clientes; la agenda luego nos dirá si podemos o no llevar a cabo la empresa, pero por muy atareados que estemos, no es recomendable decir un “no” de primeras. No serías el primero que, creyendo que el cliente quiere el trabajo para el próximo mes —período en el que estás a tope de trabajo—, dice que no sin escuchar la propuesta del cliente y descubre, entristecido, cómo la fecha para empezar a trabajar le venía perfectamente. Terminas por perder un cliente potencial por no haber escuchado.
    • Anticipa la carga de trabajo según el tipo. No es lo mismo traducir algo cerrado como un libro o una página web, que hacerlo con un videojuego; es en este último campo donde existen tantísimas dependencias con los contenidos que a última hora suele haber cambios, y bastante grandes.
    • Controla sus pagos. Salvo en el caso de proyectos muy, muy largos, suele ser común cobrar al final, con la entrega del mismo. La forma y fechas de pago deben estar recogidas en el contrato, así como la forma de trabajo y un largo etcétera. Eso sí, el tema económico es uno de los más delicados, así que si prevés que vas a necesitar el dinero urgentemente y el proyecto va a durar dos años, negocia entregas parciales de porcentajes del pago total. Si sabes negociar, incluso puede que consigas algo por adelantado, una vez firmado el contrato. Pero no lances un órdago demasiado pronto; estas cosas solo suelen funcionar a los más veteranos, con prestigio profesional de sobra como para saber que, incluso adelantándoles dinero, van a responder con total seguridad.
    • Se cubre las espaldas. Tu trabajo empieza y termina donde lo hacen las fechas firmadas en el contrato. Todo lo que salga de ahí deberá ser recogido en cláusulas especiales, de manera que tus cálculos de beneficios siempre estén bien ajustados. Por no tener estas cosas bien atadas, muchos clientes terminan por aprovecharse del autónomo y le exigen cambios o añadidos después de lo que se supone que ha sido un cierre de proyecto.
    • ¡Tiene un buen abogado! Esto, que parece tan obvio, deja desprotegidos a muchísimos profesionales. Tanto los contratos que firmes para y con los clientes, la protección de datos de los mismos y tu propia actividad profesional, deben estar asesoradas por un buen abogado. Y, ante la mínima duda de cualquier tipo, ¡consúltale!
    • Es constructivo y contribuye (sin excesos). A nadie le amarga un dulce; si tu cliente ve que tu interés va un poquito más allá de lo que pone el contrato y contribuyes positivamente de alguna manera al proyecto, su opinión sobre ti mejorará considerablemente, y posiblemente pases a ser una de las primeras opciones en próximos proyectos. Ojo, no hablamos de regalar trabajo, sino de pequeños detalles como sugerencias en la organización de la información que, por tu experiencia, sabes que funcionarán mejor (no olvides citar las fuentes, teorías o trabajos previos que atestiguan tu propuesta). Generalmente con un par de líneas basta. Pero no seas demasiado entrometido, solo sugiere allá donde honestamente veas que se puede mejorar algo. Incluso los propios desarrolladores a veces no lo tienen fácil para hacer este tipo de sugerencias, y hablamos del equipo interno de la empresa.
    • Se informa sobre el proyecto y todo lo que engloba. Nadie sabe de todo, y echar un vistazo por Internet o preguntar a otros compañeros sobre un determinado proyecto de un campo que desconocemos nunca está de más. En videojuegos, una de las cosas más valoradas es que el localizador entienda a la audiencia (comúnmente llamada target o público objetivo), y sepa o aprenda (esta última palabra es vital) a desenvolverse en su propio escenario, lo que implica desde utilizar un vocabulario más o menos técnico, hasta entender las bromas del original y usar las propias del perfil que va a jugarlo.
    • Es positivo. Los cómics de Pepe Gotera y Otilio, dos fontaneros chapuceros, recuerdan mucho a esos profesionalillos que, antes de si quiera comprobar las tuberías, ya están diciendo lo desastroso que está todo, lo mal que lo han hecho los que han tocado ahí antes que él y, por supuesto, la gran suerte que tiene el cliente de haber dado con él, el “gran salvador”… Y no olvidemos que los “grandes salvadores” siempre tienen grandes precios. Lejos de darte importancia, caché y glamur, esta actitud (bastante común sobre todo en perfiles más junior), restará credibilidad y profesionalidad a tu imagen como tal. Sea como sea tu trabajo. En resumen: no te des importancia; ya te la dará el resultado de tu trabajo.
    • Es discreto. Cometer faltas de ortografía y gramática es algo, por desgracia, a la orden del día. Como profesionales de la localización y dominadores de las letras, muchas veces el texto que os llegará tendrá todo tipo de incorrecciones. Lejos de alertar al cliente sobre ello, limítate al principio a localizarlo. Recuerda que es tu cliente y no tu alumno. Si tienes la ocasión de corregirlo y se trata de algo pequeño y asumible, propónselo al cliente discretamente. Si el texto es una auténtica carnicería lingüística, cruza los dedos y pon unas velas al pobre guionista, porque seguramente su cabeza acabe rodando por el suelo.
    • Ve la fecha de entrega como el último límite, no como el objetivo. Intenta terminar un poco antes de la fecha límite. Piensa que, a la hora de dar estimaciones de tiempos de trabajo, siempre hay que contar con un pequeño margen de error que te cubrirá las espaldas ante cualquier imprevisto: problemas con Internet, ordenador estropeado, reinstalación de programas, retraso por la dificultad del texto, temas personales varios, etc.
    • También es más que recomendable adaptarse a los formatos y forma de trabajo del cliente. Salvo excepciones muy contadas, en la industria de los videojuegos existe un sistema por debajo que usa un tipo de archivos concreto, con un formato específico. Suele ser algo tedioso, pero existe una justificación a nivel de tecnología por la que se hace así.

No es aconsejable para el freelance

    • No dar señales de vida hasta la fecha de entrega. El cliente necesita tener la seguridad de que todo va correctamente. En producción se trata de tener siempre al día el estado del proyecto para que todo funcione correctamente en la cadena de desarrollo. Una de las cosas más críticas para lograrlo es identificar los problemas lo antes posible para ponerles solución, lo que incluye llevar un seguimiento no solo del equipo interno, sino también de los profesionales contratados como autónomos. Si tu trabajo va a durar bastantes días (y esto es más crítico cuanto mayor sea la duración del proyecto), mantén contacto con tu responsable en la empresa.
    • No dividir el trabajo en entregas parciales. La continuidad es toda una ventaja cuando se trata de asegurar que el producto, en este caso el documento con las traducciones, estarán listas a tiempo; dejarlo todo de golpe para entregarlo el último día genera desconfianza y, además, suele dar pie a imprevistos. Uno de los más típicos llega a la hora de integrar los textos nuevos con la tecnología del proyecto; hay problemas con las fuentes, los tamaños de los cuadros de texto… Recuerdo un caso en el que al traducir un juego al chino e integrar los caracteres propios del idioma, toda la maquetación se fue por el retrete, hubo que rehacer gran parte del interfaz, y preparar una versión específica para China. Todo ello con el consiguiente gasto, sobreesfuerzo y descuadre en los presupuestos. Aunque esto suele ser responsabilidad del cliente por la tipografía elegida, tamaños, etc., no olvides ser cauto con la cantidad de texto que incluyes al hacer la localización. Trata de que tu traducción tenga más o menos el mismo número de caracteres (incluyendo espacios) que el original.
    • Incrementar los costes después de hacer un presupuesto. De acuerdo, la primera estimación ha resultado demasiado generosa hacia el cliente y hemos hecho un presupuesto final más barato de lo que deberíamos. Ahora, ¿qué hacemos? Lo más recomendable es mantenerlo; como cliente, cuando te cambian un presupuesto —y no es para abaratarlo—, lo que te llega es una sensación de inseguridad, o directamente de querer sangrarte porque el freelance se ha dado cuenta de que tienes más dinero del que creía en un principio. Realmente no es así, y lo más probable es que haya un error de cálculo, pero resulta especialmente peliagudo incrementar los costes al cliente, sobre todo después de haber adquirido un compromiso. Eso sí, puedes decir que ha habido un error en el envío del archivo y reenviarlo de nuevo, siempre y cuando sea inmediatamente después de haber mandado el primero. Entonces, asumir un error tiene poco o nulo coste, y permites reaccionar al cliente sin que este haya empezado a trabajar en base al presupuesto “erróneo”. Al principio es fácil caer en errores a la hora de estimar, pero con el tiempo irás afinando y reconociendo qué tipo de clientes merece mimar un poco más u ofrecerles tarifas especiales, sobre todo si tienes previsto (y preferiblemente firmado) colaborar en algún proyecto más.

En definitiva, el freelance que quieres contratar…

  • Está preparado para todo: pone toda la información a disposición del cliente, los servicios que hace, métodos de contacto y toda facilidad posible para atraer, convencer y mantener a los clientes.
  • Tiene un buen abogado que le ayuda y asesora en la redacción de los contratos, trabajo con el cliente, protección de datos, etc.
  • Cuida su imagen profesional.
  • Es positivo y constructivo, y se preocupa por el producto que tiene entre manos, al margen de gustos personales.
  • Tiene claro el presupuesto desde el primer día y no hace cambios a posteriori a no ser que vengan seguidos de cambios pedidos por el propio cliente.
  • Nunca espera hasta el último día para mandar el trabajo (ni para terminarlo), y es cauto con la planificación.
  • Sabe adaptarse y contribuir constructivamente a la metodología y procesos de producción del cliente.
  • Es discreto.
  • Controla los pagos y la rentabilidad del proyecto desde el primer día.

Ser freelance y no morir en el intento no es nada fácil: no solo tiene que estar a la altura (o por encima incluso) de las expectativas de la empresa que lo contrata, sino que debe mantenerse a flote con unos precios competitivos y una calidad de su trabajo excelente. Así que, si eres freelance, mucha suerte y ánimo. Sé positivo y cauto, y piensa que las decisiones que te vengan de quien te contrata, en ocasiones acertadas y en otras puede que no tanto, son al fin y al cabo las de quien te va a pagar. Quizá parezcan descabelladas o incluso raras, pero “quien paga, manda” y eso es algo que todos tenemos en común. Y si tienes dudas, pregunta a compañeros de profesión. Sitios como Algo más que traducir son un lugar estupendo donde compartir experiencia y aprender.

Juan Pablo Ordóñez
Senior Game Designer

P.D. 1: Seguro que Juan Pablo agradece recibir comentarios sobre su artículo, así que… ¡el campo de los comentarios está calentito! 😀

P.D. 2: Si te has quedado con ganas de más, recomiendo echarle un vistazo al artículo Freelancing from the Client’s Perspective del estupendo blog FreelanceFolder. 🙂

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Pablo Muñoz Sánchez

Pablo Muñoz Sánchez

English > Spanish Game Translator
Soy traductor inglés > español con más de 15 años de experiencia especializado en localización de videojuegos y software. He traducido juegos como Metroid y Fire Emblem y ahora trabajo, entre otras cosas, como especialista en control de calidad para Google a través de Vistatec. También soy cofundador de Traduversia, una plataforma de cursos online para traductores. Más sobre mí | Mi libro de localización | Mi Instagram

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Localización y traducción audiovisual: primeros pasos y trucos ninja

46 comentarios

  1. Natalia Montoro dice:

    Me ha encantado el artículo, ¡no puedo estar más de acuerdo! Muchas gracias a Pablo y a Juan Pablo por dedicarle vuestro tiempo 🙂

  2. ¡Me alegro de que te haya gustado, Natalia! Es un artículo largo, pero lleno de información más que útil. 😉

    Saludos,
    Pablo

  3. Juan P. Ordóñez dice:

    Gracias por el comentario, Natalia. Y a tí, Pablo, por hacer un huequecito en el blog. Espero que ayude y aporte algo, sobre todo para que la gente evite disgustos.

    ¡Un abrazo!

    JPO.

  4. Suitchion dice:

    ¡Fantástica entrada! Añade algunos consejos a mi repertorio de ideas para ser un buen freelancer. Muchas gracias a los dos por la aportación 🙂

  5. Belén dice:

    ¡Felicitaciones! Muy buen artículo.Gracias por compartir toda esta información tan útil.
    saludos
    Belén.

  6. Esther Rodríguez dice:

    Muchas gracias por el artículo; siempre es interesante ver lo que piensa quien está “al otro lado”. 🙂 ¡Muy útiles consejos!

  7. Gracias a los dos Pablos por este útil artículo. No obstante, discrepo en dos puntos:

    1) No creo que entregar el trabajo el último día (o sea, en la fecha de entrega acordada) genere desconfianza. Si se puede entregar un poco antes, genial, es un valor añadido, pero si lo entregas el día acordado sigues siendo igual de profesional y de buen freelance, porque has respetado escrupulosamente el plazo de entrega. Además, si entregas el trabajo con demasiada antelación, el cliente podría desconfiar de por qué lo has entregado tan rápido, y quizá piense que no le has dedicado todo el tiempo y el esfuerzo que deberías. Todo esto no quita, sin embargo, que contemos siempre con un margen de maniobra antes de la entrega por si surgen imprevistos de última hora.

    2) Me parece mucho más importante tener un buen asesor fiscal o gestor que un buen abogado. Al fin y al cabo, con las facturas tenemos que lidiar todos los meses y con Hacienda, como poco cada tres meses, mientras que los asuntos jurídicos (contratos, protección de datos, impagos) son mucho más esporádicos y, en mi opinión, menos peliagudos y farrogosos.

    Un saludo,
    Isabel

    • Juan P. Ordóñez dice:

      Hola Isabel,

      Simplemente dos matices sobre los dos puntos que comentas:
      1) Es cierto que entregar en la fecha acordada no tiene por qué suponer ningún problema, pero por la experiencia que he tenido generalmente suele haber cambios, correcciones o pequeños detalles que pulir, y entregarlo a las 23:59 no deja mucho margen de maniobra a ambas partes. De todas formas, este punto es más para ser cautos y tener un cierto margen de acción, y que en las empresas que contratan a los autónomos suele estar bastante bien considerado (entregar unos días antes y no pillarse los dedos). Ahí, de todas formas, cada cual tiene su forma de verlo y yo hablo desde el punto de vista de los sitios donde he trabajado y lo que he visto y oído.

      2)Desde luego, todo asesoramiento es siempre bienvenido, como el fiscal. No obstante, discrepo sobre la relevancia que destacas en tu comentario sobre el abogado. El abogado siempre es un método de consulta que, al margen de facturas, asegurará que los términos de un contrato (tanto el que el freelance genere como el que proponga la empresa) estén dentro de la legalidad, no haya cláusulas abusivas, y se expliquen todos los puntos críticos, como los derechos de propiedad, que a veces suponen temas peliagudos. Ahora, si tienes la oportunidad de contar con ambos, ¡muchísimo mejor!

      Un saludo Isabel, y gracias por tu comentario. 🙂

      JPO.

      • ¡Hola, Isabel y Juan Pablo!

        Yo creo que el tema está en que los traductores solemos hacer trabajos más chiquititos en comparación con otros autónomos, y por eso nos hace falta antes un buen asesor fiscal que un abogado, ya que no tenemos muchos contratos.

        Sobre lo de la fecha de entrega, sí que es cierto que el cliente se puede acostumbrar a tenerlo todo antes de lo previsto si siempre actuamos así, aunque también depende de la relación que tengamos con él. En general, estoy de acuerdo en lo que dice Juan Pablo de que el plazo límite no sea el objetivo: yo también intento tener las cosas antes de tiempo para curarme en salud, aunque envío la traducción unas horas antes o un día antes. Tampoco es cuestión de enviarlo en el último momento, porque así parece que has estado trabajando hasta el final del plazo y que con las prisas te podrías haber dejado algo.

        Saludos,
        Pablo

        • Hola, Pablo y Juan Pablo:

          En efecto, la mayoría de los traductores autónomos trabajamos para agencias de traducción, empresas o clientes particulares que nos encargan los trabajos sin que medie contrato alguno. Hasta el momento yo he firmado tan solo algún que otro contrato de confidencialidad o de colaboración, todos ellos sencillos, lógicos y razonables, por lo que no era necesario consultar a ningún abogado. Tema aparte sería, por ejemplo, el caso de los traductores literarios, dado que sus traducciones tienen derechos de propiedad intelectual, y eso sí es un tema peliagudo que conviene regular y para el que no está de más contar con el asesoramiento de algún entendido en la materia.

          En cuanto a los plazos de entrega, depende del tipo de encargo y del cliente con el que trabajes. Si se trata, por ejemplo, de una agencia que luego va a revisar tu traducción antes de entregársela al cliente final, no tiene ningún sentido entregarla con antelación por si hay cambios o correcciones, ya que estos se implementarán en la fase de revisión. Pero aun en los casos en los que la traducción no va a pasar por más manos una vez enviada, yo considero que el plazo de entrega acordado con el cliente se refiere exclusivamente a mi traducción, es decir, los cambios y correcciones que el cliente desee hacer a posteriori no entran dentro de ese plazo, sino que van aparte, a menos que se especifique lo contrario. Dicho lo cual, debo confesar que hago lo mismo que Pablo: intento acabar los trabajos con tiempo para curarme en salud, luego los dejo reposar un poco por si se me ocurren cambios de última hora y los suelo entregar unas horas antes o, como mucho, un día antes.

          En fin, que todo depende. Supongo que no es lo mismo traducir informes financieros para una agencia de traducción que traducir videojuegos para Nintendo. 🙂

          Saludos a los dos, y muchas gracias por suscitar este interesante debate.
          Isabel

          • Juan P. Ordóñez dice:

            Hola, Isabel.

            Como bien comentas, cada proyecto tiene sus particularidades y, dentro de esto, cada encargado de la producción su forma de trabajar.
            En la industria del videojuego, todo participante en el proyecto, incluyendo a autónomos, suele hacerlo bajo fuertes cláusulas y acuerdos de confidencialidad de todo tipo. Claro que, si por ejemplo hago un videojuego independiente, con un equipo pequeño y menor presupuesto, es mucho más cómodo tener algún tipo de acuerdo menos estricto y agilizar el tema legal todo lo posible. Pero por otro lado, también he visto gente que te deja colgado a mitad de un proyecto y, si no tenías todas las cosas bien atadas, a veces el proyecto entero se va al garete. Yo diría que es la cautela la que lleva, para ambas partes, a la firma del contrato.
            Hace poco hablábamos Pablo y yo sobre los compromisos de obligado cumplimiento de algunas cláusulas, típicas en contratos de esta industria, y era muy curioso ver hasta qué punto estás “casado” con la empresa. Claro que, viendo los presupuestos y los perjuicios que pueden ocasionarse, lo entiendes. Espero pronto poder publicar un pequeño extracto al respecto, y pasaré a Pablo una copia para que la cuelgue aquí que, al menos como curiosidad, merece la pena echar un vistazo.

            Un saludo y muchas gracias por tu interesante aportación, Isabel.

            JPO.

          • Hola, Juan P.:

            Claro, entiendo que un proyecto de gran envergadura como la traducción de un videojuego, en el que intervienen muchos profesionales y se manejan cifras astronómicas, requiera todas las precauciones posibles. Ahí, desde luego, no tengo nada que objetar. 🙂 Yo estaba exponiendo mi punto de vista como traductora autónoma de textos técnicos y financieros (que son relativamente breves y sencillos en comparación con el complejo proceso de traducir un videojuego) que trabaja principalmente con agencias de traducción y algunos clientes directos.

            A ver si publicas pronto ese extracto que comentas. Seguro que es muy interesante. Yo desconozco por completo la industria de la localización de videojuegos, pero me parece una disciplina de la traducción realmente apasionante.

            ¡Feliz tarde!
            Isabel

          • Juan P. Ordóñez dice:

            Hola de nuevo, Isabel.
            Ya te digo que yo para ciertas cosas tampoco busco complicarme, y ciertas burocracias vienen casi siempre impuestas “de arriba”. De todas formas, si quieres saber más sobre la localización de videojuegos desde el punto de vista del localizador, tienes a Pablo por aquí cerca. Él es todo un profesional y tiene ya experiencia en todo lo que rodea al trabajo con proyectos grandes (y ya te digo que, cuando está bajo cláusulas de confidencialidad, no hay quién le saque ni media sobre en lo que está metido 😉 Algo que además es de agradecer desde el punto de vista de la compañía).

            ¡Un saludo y feliz tarde a tí también!

            JPO.

          • ¡Por supuesto, Juan Pablo! Ya sabes que te publico todo lo que quieras en el blog. 😉 La verdad es que me sorprendí del tipo de compromiso que había en algunos casos, aunque por suerte no nos afectan a los autónomos que trabajan para proyectos chiquititos…

            Respecto a los cambios, doy fe de que cuando trabajas en una de las grandes directamente, los cambios de un día para otro son el pan de cada día. Sin exagerar, puedes encontrarte con que la mitad de lo que tradujiste ha desaparecido, la otra mitad ha cambiado y tienes 10.000 nuevas palabras que traducir… Menos mal que se paga por horas en este caso y no por palabras.

            Saludos,
            Pablo

          • Ja, ja, ja, ¡Juan Pablo, que me vas a hacer sonrojar! No es para tanto. 😉

  8. Muchas gracias a los dos por este pedazo de artículo.

    Como bien dice “PMS”, ha sido toda una lección sobre la vida freelance. Sin embargo, y aunque lo agradezco de verdad, leer todo esto no hace más que alimentar mis miedos al oficio de autónomo. Con los volúmenes de trabajo tan escasos que leo en ofertas de trabajo, me parece casi imposible llegar a tal nivel de análisis del cliente, y no hablemos ya de tiempo libre y demás quimeras. Me parece difícil hasta ahorrar para comer.

    Esto me ha vuelto a recordar la falta de una asignatura en la universidad dedicada a aprender lo que viene “después”, y que tanto hemos criticado vía Twitter. En fin, yo de momento voy a cerrar esta pestaña in panic y confirmo mi intención de no meterme en estos asuntos tan joven. Estudiar es bello. XD

    Un saludo. La vida profesional es siempre tan blogfascinante…

    • Juan P. Ordóñez dice:

      Hola Álvaro.
      Desde luego, la vida laboral da bastante miedo y se echa en falta una asignatura que nos explique cómo van todas estas cosas y lo que nos espera en el mundo exterior; y hace falta para todas las carreras.
      De todas formas el trabajo de autónomo, si bien tiene ciertos riesgos y zonas calientes, supone muchísimos otros beneficios. Todo es cuestión de plantearte qué tipo de trabajo quieres, o cuál necesitas, e intentar orientar todos tus esfuerzos en esa dirección para lograrlo. Difícil es, desde luego, pero no imposible. Así que mucho ánimo con tus estudios y sé consciente de que, aunque complicado, el mundo laboral es asequible con esfuerzo y dedicación.

      Un saludo y suerte cuando salgas de la facultad.

      JPO.

    • ¡Hola Álvaro!

      Bueno, está claro que para 300 palabras no te vas a matar analizando tanto al cliente, pero hay otros encargos con mucho más volumen que sí merecen la pena. Es todo saber buscar y saber elegir. 😉

      En cuanto a la asignatura esa que se echa en falta, normalmente las facultades suelen hacer jornadas de salidas profesionales y cosas así. ¿En la tuya no las hay? Tampoco se puede pretender que el alumno salga con absolutamente todo lo necesario para la vida real (una ayuda siempre viene bien, claro), de algún modo hay que buscarse las castañas uno mismo. 😉

      Saludos,
      Pablo

  9. Javier Galindo dice:

    Buen artículo.

    En la línea de las sugerencias marcadas añadiría que un buen freelance, al igual que el resto de profesionales cara al cliente debe ir un paso por delante de este si se puede. Es decir, si es un nuevo cliente conocer en que proyectos ha trabajado para anticipar que espera y preparar posibles soluciones o sugerencias que hacerle para mejorar el producto, siempre teniendo en cuenta lo indicado por Juan Pablo.

    Un Saludo.

    • ¡Hola Javier!

      Efectivamente, mostrar interés por el cliente y tener la situación más o menos bajo control de antemano puede ayudarnos mucho de cara al futuro. Estudiarse la página web y trastear con los programas del cliente (por ejemplo, si desarrolla aplicaciones de software) nos permitirá hacer las cosas mejor justo cuando nos llegue un encargo y estemos tan desbordados que apenas queda tiempo para documentarse. Un “me suena haber visto antes” nos alegrará la vida. 😀

      Saludos,
      Pablo

  10. Susanna dice:

    Buenas recomendaciones… y me veo retratada en algún error que prometí no repetir 🙁 Otro capítulo interesante sería abordar el tema desde el otro lado. Es decir, cómo encargar bien un trabajo a un freelance. A veces he tenido la suerte de recibir encargos claros y precisos, pero otras me he tropezado con clientes que te dan poca información, desordenada… o que ponen interés solamente en informarte de los plazos de entrega, sin hacerse cargo de lo que supone hacer el trabajo. En resumen, que consideran que el freelance tiene en mente todas las características del proyecto… pero por telepatía. En cuanto a lo de aportar algo más, coincido en lo de encontrar el punto justo… Por mi experiencia, veo que está bien indicar alguna mejora o algún problema pero, sobre todo, sugiriendo una solución.
    ¡Gracias por el blog! Como freelance, a menudo vives en tu “rinconcito” y es genial ver que hay más como tú ;D

    • ¡Muchas gracias por tu comentario, Susanna!

      En efecto, también es importante que el cliente (o el gestor de proyectos, más bien) nos dé ciertas pautas para trabajar en el proyecto, que tampoco podemos ser adivinos. En este caso, cuando tengo dudas, prefiero preguntar para asegurarme de que luego no hay sorpresas. Mejor eso a que luego el cliente se cabree porque no has entendido bien del todo lo que había que hacer…

      Saludos,
      Pablo

  11. No me queda mucho más que añadir.

    Por mi experiencia ya no como traductora, que todos tenéis más o menos los mismos comentarios, sino como tester autónoma, deciros que hay flexibilidad a la hora de “educar” al cliente.

    Os explico (y seguramente, escribiré un día una entrada en mi blog sobre todo esto). La empresa para la que hago testeo de páginas web de forma autónoma quería contratarme full-time y de forma interna, pero me negué porque no me convenía: ei me convierto en una empleada de su empresa, no podría deducirme los gastos de transporte y comida y, encima, representaría que tendría dos trabajos (uno con esa empresa y otro como traductora autónoma) y Hacienda me la metería doblada. Les expliqué mis razones y también les dije que, puesto que sería autónoma, ellos solo tendrían que hacerme un contrato como contratista, yo les facturaría a final de mes por los días trabajados y ellos me pagan todo en bruto y ya me encargo yo de pagar mis impuestos. Esto, para ellos, es mucho más barato porque no tienen que pagarme la seguridad social ni tampoco incluirme dentro de sus “extras” de empleado (como el plan de jubilación y los 22 días de vacaciones anuales. En otras empresas añadiríamos el gimnasio, las consultas del dentista gratuitas, etc.). Se dieron cuenta de que sí, de que era mejor porque, al fin y al cabo, solo tendrían que pagar un salario y no un salario más “todo lo demás”, y si un día no venía a trabajar, ese día ellos no me tenían que pagar nada.

    Al final, la empresa tuvo problemas de financiación y, a finales del verano pasado, me dijeron que ya no podían permitirse mis servicios. Si hubiese trabajado internamente, todo el coste de preparar el papeleo para “darme de baja” se lo ahorraron: lo único que tenía que hacer yo es no aparecer al día siguiente.

    No digo que sea fácil “convencerles”, pero no imposible. Si consigues “que te prueben” y lo das todo, dejarás esa “cosita” y cuando no estés, se daran cuenta de que, en verdad, les va bien tenerte y te volverán a llamar.

    Yo creo en un futuro con más autónomos. Para todos aquellos que han trabajado de forma interna, ¿cuántas veces os habéis pasado dos o tres días sin tener absolutamente nada que hacer en la oficina, sin embargo os tenéis que quedar “pretendiendo” que estáis trabajando? Cuando yo trabajaba para Eidos, en verano siempre teníamos un mes de absoluto aburrimiento, eso sí, octubre y noviembre trabajaba casi cada fin de semana… ¿No habría sido mejor que, ese mes de verano, se lo ahorrasen de mi sueldo y, mientras tanto, hubiese estado yo en mi casa, traduciendo y ganándome la vida de otra forma? O de vacaciones, eso da igual 🙂
    Vale, no todos los trabajos pueden hacerse de forma autónoma (uno no puede ser Director General de una empresa de forma autónoma, pero sí creo que hay muchos que pueden hacerse. Cada vez sé más de productores autónomos, grafistas autónomos, etc. que reciben un contrato, van al desarrollador, trabajan durante uno o dos años y se van.

    Bueno, y acabo ya, que me lío y me voy del tema 🙂

    • ¡Hola Curri!

      Interesante reflexión la que comentas. Yo también he estado unas semanicas sin hacer nada cobrando y, aunque de primeras eso parece guay (¡cobrar por hacer nada!), al final se pasa mal, claro. Sin embargo, hay gente que prefiere cierta seguridad y no estar a disposición de la empresa: es fácil decir que cuando no hay trabajo pues te quedas en casa y trabajas, pero claro, si trabajas a tiempo completo, no creo que justo cuando lo necesites vayas a encontrar a un buen cliente que te dé trabajo. Lo mismo con las vacaciones: lo guay es que las decidas tú, no que te tomes vacas cuando no hay curro. Bueno, si es en verano o Navidad, genial, pero si no, a ver qué haces en febrero. 😛

      Piensa también otra cosa, y es que normalmente a la empresa le interesa que te quedes. Si estás de autónomo, al día siguiente puedes decir “adiós muy buenas” y dejas a la empresa con el culo al aire. Además, como te partas un brazo, a ver lo que te paga la seguridad social, y eso si te paga.

      Ojo: yo también estoy encantado de trabajar como autónomo para clientes grandes en sus oficinas, pero simplemente quería exponer las desventajas que tiene esto para la empresa y para el trabajador. 🙂

      Saludos,
      Pablo

      • Sí, claro. A todos nos gusta tener esa “seguridad”. Pero si ya soy autónoma, ¿qué más me da trabajar en mi casa como traductora que irme una semana a la oficina de otra empresa y trabajar para ellos? Total, si me parto un brazo en mi casa, estoy en la misma situación.
        No estaba contrastando el trabajar full-time para una empresa o el ser autónomo. De eso ya se ha hablado mucho y, por supuesto, cada uno tiene sus preferencias. Yo sigo prefiriendo trabajar desde casa porque me agobia ir a una oficina 🙂 Yo diría que las desventajas son las mismas que ser autónomo y trabajar en tu casa: nunca sabes cuándo te llegará trabajo ni si podrás pagar las facturas a final de mes. Y sí, eso jode mucho.

        Solo quería hacer el comentario de que es posible “cambiar” al cleinte. Por supuesto que puedes decirles “adiós muy buenas” una vez que hayas acabado el proyecto, pero esa no es la idea. La idea que el artículo quiere dar es que se puede trabajar con autónomos para cosas puntuales. Y mi comentario era para recalcar que, tal vez, en tu empresa necesites a un tester o a un diseñador durante 2-3 meses, pero hacer un contrato como empleado te cuesta más que contratar a un autónomo.

        En mi caso no fue de “adiós muy buenas”. De hecho, me han vuelto a llamar en dos ocasiones porque, para ellos, es más fácil contratarme a mí, que ya conozco el producto y la empresa, y ya saben que no iré a la competencia a contarles los secretos de la compañía, que no tener que contratar a una persona nueva, tenerles que explicarle cómo funciona todo y, tal vez, decirle cómo trabajaba yo porque es así como quieren que el tester trabaje.

        Por supuesto todo es cuestión de gustos. Si no te gusta ser autónomo, entocnes todo esto ni te va ni te viene: búscate un trabajo interno que te pague también por aquellos días en los que no haces nada y punto. A mí, personalmente, me pone negra (al principio no nos dejaban ni navegar por internet. Al final les convencimos y nos dejaron entreneternos un poco… fue entonces cuando me abrí la cuenta de Facebook, jjjjjjj). A lo mejor es porque vivo en un país donde, casi siempre, hace sol cuando tienes muchas cosas que hacer 😉 Por eso, prefiero aprovechar y ser autónoma, y así puedo irme con el ordenador al parque a tomar el sol mientras trabajo. Seguramente si viviese en España con 40 grados a la sombra, desearía trabajar en una oficina para tener aire acondicionado gratis 😉

        (PD: Me apuesto a que estamos diciendo lo mismo pero de diferentes formas y no conseguimos entendernos XD)

        • Pero creo que ese es el tema: precisamente porque tú conoces cómo funciona todo en la empresa, no les gustaría que te fueras a otra empresa. Cuando la empresa crece, es normal que quiera formar un equipo que sabe que va a estar ahí y si acaso contratar a un autónomo cuando hay grandes picos de trabajo.

          Esto lo enfoco desde el punto de vista del autónomo que trabaja en plantilla durante la duración del proyecto (que es el caso que has expuesto según he entendido). Quizás en Londres sea más fácil dar con gente, pero un sitio como Frankfurt, no tanto, créeme. 😀

          Por eso digamos que la empresa quiere atar al empleado aunque luego tenga que pagar más, porque así crea un equipo sólido. Eso, con trabajadores autónomos que van y vienen, no se puede conseguir. Incluso si hay momentos de poco trabajo, seguro que a la empresa le compensa pagar por producir un 1% (aunque en mi opinión, siempre hay formas de aprovechar el tiempo, otra cosa es que los jefazos no hagan nada por mantener ocupado al empleado).

          Sé que es un tema algo diferente de lo que se ha visto en el artículo, pero ya que ha salido, pues doy mi opinión. 😉 Creo que siempre se habla de ser empleado interno y luego pasarse a autónomo… ¡Pero a veces también pueda darse lo contrario! 😛

          • En ese sentido, de que la empresa va creciendo y quiere conservar los buenos trabajadores, sí que es verdad. ¿Pero qué pasaría en un caso como el que he expuesto? La empresa tiene a un trabajador estupendísimo al que quiere conservar, pero dicho trabajador no quiere “atarse”. O mejor dicho, quiere atarse pero quiere conservar su “libertad”, no por coger y, un día, decirles que ya no quiere trabajar con ellos (que puede pasar igualmente estando interno con un contrato de por vida), sino por cualquier otra razón: le va bien ser autónomo, quiere trabajar desde casa durante el periodo de maternidad, prefiere pasar ese mes de inactividad en una playa del Caribe…). ¿No tendría sentido también que, por ejemplo, esa persona vaya y venga según los proyectos y que la empresa tenga la certeza de que siempre pueden contar con ellos?

            Ya te lo comenté, que, para mí, la idea que Nintendo tenía antes de contratar a gente durante tres meses era, para mí, la mejor, porque supone que no tengo que trasladarme a Fráncfort. Es decir, aún puedo comparme mi casa con mi novio en otra ciudad e ir y venir cada fin de semana y volver cuando se acabe el proyecto, y estarme dos semanas (o una, o tres días, da igual) en “mi casa” y volver a Fráncfort para otro proyecto, etc… Para mí, eso es lo ideal. Y la relación a lo mejor sería aún más duradera que aquel que acepta un contrato interno de dos años y, al final del primero, tiene que decir que se va porque, por lo que sea, no se ha adaptado a la ciudad, o porque echa de menos su país o, quién sabe, porque Microsoft le ha ofrecido otro trabajo interno donde le pagan tres veces más.

            Precisamente en sitios como Fráncfort, donde no mucha gente estaría dispuesta a trasladarse, este tipo de contratos funcionan mejor que no en Londres, ciudad a la que a mucha gente le apetecería pasar una temporada 🙂 Al menos es así como yo lo veo.

          • PD: Qué conste que no digo que no tengas razón. Solo estoy dando otro punto de vista que, para mí, está funcionando.

          • Curri siempre animando el debate. 😀 ¡Muchas gracias!

            Sí, te entiendo perfectamente y en parte a mí me gustaría que fuera así con Nintendo: trabajar dos años seguidos cansa, pero si vas por temporadas, pues no habría problema. Pero claro, lleva su tiempo formar al trabajador (o, mejor dicho, que este aprenda cómo funcionan las cosas a base de experiencia, porque ya se presupone que eres bueno en lo que haces), y lo mismo vas tres meses y ya no vuelves porque no te ha gustado la ciudad, etc. Y claro, de primeras no te van a poner en un Zelda y sin supervisión. 🙂 Y piensa que lo mismo a los dos proyectos te cansas de estar de aquí para allá los fines de semana y nada, la empresa tiene que buscar a otra persona… Y, por supuesto, ahí asumimos que la empresa pone el piso, lo cual es un gasto.

            Si te digo yo que esta gente no es tonta. xD Pero ojalá fuera así y volviera yo mismo de vez en cuando, como para hacer el próximo Metroid (lo quieras o no, al haber hecho dos juegos grandes de la serie, conozco muy bien la historia y la terminología; ¡y eso le interesa a la empresa!).

  12. Está muy bien este artículo. Me gustan los textos que son específicos de un área determinada pero también pueden aplicarse a otros ámbitos. Lo que se dice del localizador de videojuegos vale para cincuenta tipos diferentes de trabajadores independientes.

    • Juan P. Ordóñez dice:

      Muchas gracias, José. Se aprecian los comentarios constructivos y todo lo que ayude a los demás. Al fin y al cabo, todos queremos trabajar bien, a gusto, y llevando a cabo tareas que tengan nuestra ilusión a tope.

      ¡Un saludo!

  13. Pablo dice:

    Hola Juan Pablo y Pablo

    Primero, felicitaciones por el artículo. Muy bien escrito y no es tan largo como creí al principio. Bueno, según mis estándares por lo menos, ya que ser simple y conciso no es exactamente uno de mis fuertes.

    Tengo algunos reparos frente a algunos puntos, pero puedo estar totalmente equivocado. Sé que la prevención es fundamental para ir logrando buenos resultados, sin embargo, soy un firme creyente de la teoría de “ensayo y error”. Es probable que con el tiempo, muchos de mis reparos estén errados y naturalmente, en ese momento me sentiré por un necio por no haber escuchado algunos de estos consejos. Sin embargo, si hay algo en lo que muchos estaremos de acuerdo es que un buen “freelance” se construye con el tiempo.

    Me parece muy importante el consejo de no fomentar las entregas parciales, pero no veo nada de malo en ignorar todas aquellas ofertas de trabajo con tarifas extremadamente bajas y en plazos casi ridículos. En teoría, no debería rechazarla, pero cuando ésta cruza el límite y uno no ve prácticamente ninguna ganancia de ese trabajo, no veo nada de malo que el traductor sea cauteloso, ya que esa característica es muy importante en un buen freelance. Se habrá perdido un potencial cliente, pero eso puede suceder en muchos otros casos, por lo que no veo nada de malo en declinar hacer ese trabajo.

    saludos y muchas gracias por sus sugerencias.

    • Juan P. Ordóñez dice:

      Hola Pablo,

      Gracias a tí por leerlo y tu punto de vista constructivo.
      El tema de “ensayo y error” que comentas es inevitable, pero hay que controlarlo lo más posible, por una sencilla razón: meter la pata con un cliente puede hacer lo perdamos (ya lo he visto en alguna ocasión). Así que, aunque se va construyendo el camino poco a poco, hay que minimizar los pasos en falso, y más siendo freelance. Cuando tienes una compañía detrás, si alguien mete la pata la mete todo el equipo, y del mismo modo todos asumen las consecuencias, pero también se ayudan. Cuando estás completamente solo, es mucho más difícil anticiparse a ciertos pasos, digamos, “dolorosos”, por lo que toda cautela es siempre poca. A modo de anécdota, recuerdo cuando teníamos entre manos un juego para traducir a cuatro idiomas; la empresa que contratamos hizo una maniobra un tanto extraña, y finalmente el director de la factoría optó por la segunda opción, con aquello de “muchas gracias por todo, pero no nos convencéis; escogemos a otro”. No olvidemos que es un mundo de competencia, donde el mejor profesional, con los precios más competentes y la mejor calidad (vamos, las tres “b”), se lleva el gato al agua. Ojo, que no hablo de el más barato necesariamente, pero sí el que mejor se adapte a las necesidades del proyecto, la empresa, la forma de trabajo y el presupuesto. muchas veces eliges una opción más cara (con el consiguiente recorte en otras características del juego) por ganar en calidad. Así que toda precaución es poca, y mimar al cliente y ser versátil también es importante.

  14. Siempre se agradece una opinión desde el otro lado del muro.

    Estoy con Isabel, me parece más importante un buen gestor que un buen abogado. El abogado está para temas puntuales (e importantes), mientras que el gestor, para temas recurrentes. Ahora, está bien tener abogado para cuando hace falta.

    Me ha llamado la atención el caso del desastre de la localización de la interfaz al chino. En la internacionalización, sea del tipo que sea, hay un paso previo vital para prevenir en lugar de curar: la pseudotraducción. Sea con un programa específico como Catalyst o con un script ad-hoc sobre el código, se establecen unas reglas de sustitución lingüística (alfabeto y caracteres propios de la lengua meta, expansión típica, direccionalidad…) para hacer una simulación del resultado final. Claro que de estas técnicas te sueles enterar después de una jugada como la que aquí se explica sobre el chino.

    Esta técnica no es tecnología punta precisamente: los impresores llevan décadas (o siglos) haciéndolo con el Lorem Ipsum. Es algo que he hecho yo con algo tan simple como una maqueta de InDesign para ver si el filtro pillaba todo el texto visible, para ver cuánto texto extra podía introducirse en las cajas sin que el texto se solape, para ver si la fuente nativa soportaba el alfabeto meta… Si es algo que he hecho con algo tan simple como una traducción de inglés a español, ¿cómo puede no hacerse con idiomas más exóticos? Y eso que el chino solo tiene de exótico el multibyte, no veas lo divertido que es una localización de inglés a árabe con su RTL, que sí he sufrido incluso maquetando (tuve pesadillas durante días), o a un idioma índico con su CTL, que personalmente no he tenido el placer de encontrar y espero no hacerlo en la vida.

    Bueno, ya está bien de dar la chapa por hoy. Lo dicho, que me ha gustado el artículo.

  15. ¡Muchas gracias por tu comentario, Jordi!

  16. OSCAR SABANERO dice:

    Hola Pablo, me parece demasiado bueno tu articulo y quiero pedirte un consejo
    Hece 3 años he estado trabajando toda la parte operativa del Transporte Internacional, he tomado cursos por mi cuenta y pagados por mi, de hecho estoy seguro que terminare estudiando la carrera a distancia en el Politecnico,
    Sin embargo creo que mi trabajo se ha ido al beneficio de Agentes Aduanales y Agentes de Carga que por alguna causa u otra siempre terminan pagando una miseria por el trabajo de prospectacion e investigacion ( y a veces nada) recien encontre a un colega y me hizo ese cuestionamiento ¿Porque no te conviertes en Freelance? me di cuenta que no conocia ni el termino-
    Con tu articulo puedo iniciar solo que mi inexperiencia me hacen sentir que ma falta algo.
    Podias asesorarme, no tengo inconveniente en saber si debo aportar algo en hoborarios para tu orientacion, gracias
    Saludos

  17. Hola Óscar:

    La verdad es que no sé muy bien cómo asesorarte porque no tengo mucha idea (por no decir nada) de tu perfil actual, aunque si lo que necesitas es asesoramiento sobre cómo hacerte autónomo e información relevante, te recomiendo que le eches un vistazo a la web http://www.infoautonomos.com/. Tiene muchísimos recursos y seguro que ahí encuentras lo que buscas.

    Lamento no poder ayudarte más. Si puedo hacer alguna otra cosa, aquí me tienes.

    saludos,
    Pablo

  18. OSCAR SABANERO dice:

    Hola, Pablo, Gracias ya revise la pagina y sera muy util para diseñar la idea que tengo para independizarme, el articulo anterior y esta pagina seran completamente utiles, de nueva cuenta gracias y nos mantenemos en comunicacion

  19. ¡Este artículo es buenísmo!

    Gracias a Juan Pablo y al blog de Pablo por acogerlo.

    Saludos,
    Marta

  20. Hola,

    El artículo es muy bueno. La verdad es que entre la teoría y la realidad hay una diferencia muy grande… ¿Te ha pasado muchas veces que el proyecto se alargue porque el cliente te pidió algo más?

    • Laura, la verdad es que sí, me ha pasado más de una vez. Y en el último año he dado con muchos no pagadores, por desgracia.

  21. Hombre, la verdad es que a veces surgen necesidades y el proyecto se alarga, pero lo justo es considerarlo como un gasto nuevo y negociar de nuevo con el freelance.

  22. Un artículo demasiado bueno, he de admitir. Sí, lo de los pedidos extra del cliente siempre son un problema también, pero para esos casos hay que tener mucho tino y decirle simplemente que hacer eso no era parte del acuerdo y que encantado lo haces, pero tienes derecho a cobrar extra.

    • Gracias, Tedel.
      Sí, acogerse a lo pactado, pero siempre con tacto y dejando abierto el seguir “en cuanto termine el trabajo actual”, es lo mejor. Eso sí, una vez terminado y pagado (ojo a que no te quieran pagar), en ese momento se renegocia por el bloque de curro nuevo. Por cautela, hay que asegurarse de esto antes de que el cliente salga por las de Villadiego y no pague, que hay muchos de esos.

    • Hola, Tedel:

      A mí de hecho me ha pasado ahora que soy cliente para una empresa y precisamente yo siempre digo “ya me dices si esto entra dentro de lo pactado o si lo cobramos por otro lado”. Supongo que siempre ayuda haber estado en el otro lado para valorar aún más el trabajo de los demás. 🙂

      Un saludo,

      Pablo

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